miércoles, 29 de febrero de 2012

30 de febrero

Bienvenidos al 29 de febrero, el día favorito de cualquier amante de las cosas raras. Cada uno de ustedes, queridos amigos, vivirá o habrá vivido en el momento de su tránsito a mejor vida unos veinte o a lo sumo veinticinco de estos días (seamos optimistas). El origen de este día es enormemente conocido y se remonta al Imperio Romano, pero no por ello voy a dejar de explicarlo hoy aquí. La Tierra tarda 365 días y 6 horas en dar la vuelta al sol, por lo que cada cuatro años se acumulan 24 horas, que son paridas en forma de 29 de febrero cada cuatro años. Hay excepciones. Para ser precisos, en realidad nuestro querido planeta tarda exactamente 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45 segundos en darse un garbeo alrededor del sol, por lo que básicamente cada año se acumula un error de unos 11 minutos. Para compensarlo los años que son divisibles por 100 pero no por 400 (es decir, 1800, 1900 0 2100, entre otros) no son bisiestos. Hasta aquí lo que ya sabíais. El caso es que el 29 de febrero es una fecha rara, pero el 30 de febrero lo es aún más. Y sin embargo ha existido ese día. ¿Cuándo? En 1712. ¿Dónde? En Suecia. Esta es su historia.
 
 
Una brevísima historia de los calendiarios Juliano y Gregoriano nos servirá de introducción. El calendario Juliano fue el que estuvo vigente en Europa y sus colonias hasta 1582. Fue implantado bajo el mandato de Julio César, de ahí su nombre, en el año 45 antes de nuestra era. Funcionaba muy bien y ya incluía los años bisiestos con un día extra en febrero (que entonces, por cierto, era el último mes del año). Un año más tarde el mes “quintil” fue renombrado como “Júlium” en honor al emperador, y su duración extendida a 31 días desde los 30 originales. El día extra para julio fue sustraido a febrero, que se quedó con 29 (30 en los bisiestos). Dos décadas después el mes de sextil se renombró en homenaje a César Augusto (es el actual agosto, claro) y también le robó un día a febrero. Y así febrero quedó con 28 ó 29 días. Por cierto, todo lo anterior es muy probablemente falso y es una teoría de un tal Juan de Sacrobosco, sin demasiado respaldo real.
 
 
El caso es que el calendario juliano tenía en cuenta una duración del año solar de 365 días y cuarto, lo que, como hemos visto más arriba, implicaba un desfase anual de once minutos. Algo en principio no demasiado importante en principio, pero que dieciséis siglos después suponía más de diez días de desfase entre el calendario solar y el de uso común. Y ahí es cuando entra en escena el Papa Gregorio XIII. Asesorado por el astrónomo de origen alemán Cristopher Clavius, decidió que al 4 de octubre en vez de seguirle el 5, como Dios manda, le siguiera el 15 de octubre, instaurando así el Calendario Gregoriano. Eliminando esos diez días consiguió igualar los calendarios solar y eclesiástico. Pero la aceptación y la puesta en marcha de la medida no fue tomada al mismo tiempo en toda Europa.
 
 Detalle de la tumba del Papa Gregorio XIII celebrando la introducción del calendario que lleva su nombre

Italia, España y Portugal y la República de las Dos Naciones hicieron el cambio de calendario en la fecha fijada por el Papa. Ese mismo año les siguieron Francia, Bélgica y los Países Bajos. Antes de finalizar el siglo se les unieron los cantones católicos de Suiza, Transilvania, Hungría, parte de lo que ahora es Alemania y Austria, las posesiones americanas de España y poco más. Las zonas no católicas de Europa rechazaron o ignoraron la medida, pero a mediados del siglo XVIII casi toda Europa había hecho el cambio. Los últimos países de Europa en aceptar el nuevo calendario fueron los países de religión cristiana ortodoxa: Albania (1912), Letonia y Lituania (1915) Bulgaria (1916), Letonia y Lituania (1917) Estonia y Rusia (1918), Rumanía y Yugoslavia ( ambos en 1919) y Grecia, en una fecha tan tardía como 1923, cuando a los 10 días originales de desfase se les habían sumado un par más. Los últimos países del mundo en adoptar el calendario gregoriano fueron Turquía en 1926 y China en 1929.

 ¿Qué pinta aquí un mapa de Alaska?. Me sirve para contar una anécdota. Alaska formaba parte de Rusia hasta 1867, cuando fue comprada por EE.UU. En esa época Rusia usaba el calendario juliano y EE.UU. el gregoriano. Cuando Alaska pasó a formar parte de Estados Unidos lógicamente adoptó el calendario vigente en su nuevo país. Pero  no sólo eso. Hasta el 1 de enero de 1867 la línea de cambio de fecha coincidía con la frontera entre Alaska y Canadá, pero eso se modifícó tras la adquisición, retrasando 24 horas la hora oficial del territorio. Así que en vez de saltarse doce días para ajustar el calendario, como correspondía, se saltaron sólo once, quedando así Alaska en su ubicación temporal actual.
 
Pero volvamos a Suecia y a su 30 de febrero. A principios del siglo XVIII Suecia, ahí donde la veis, tan fría y aburrida, era una de las más poderosas potencias europeas. Además del que ahora es su territorio dominaba lo que ahora son Finlandia, Estonia, Letonia y un gran pedazo de Noruega, además de pequeños trozos de Rusia y la actual Alemania. A finales del siglo XVII se tomó la decisión de instaurar el calendario gregoriano, pero en vez de hacerlo comiéndose unos cuantos días, como el resto de países, se prefirió eliminar el 29 de febrero durante once años bisiestos, los que van de 1700 a 1740. Se hizo en el primer año, pero el estallido de la Gran Guerra del Norte contra el Imperio Ruso y el Reino de Dinamarca y Noruega hizo que el tema del calendario fuera olvidado. Así que tras la guerra Suecia, además de haber perdido la parte de Noruega que poseía y las provincias bálticas, entre otras cosas, se encontró con un calendario un día por detrás del juliano pero diez por delante del gregoriano. Así que tomaron la decisión de retornar al calendario juliano. Y para ello en 1712, año bisiesto, no sólo añadieron un día a febrero, sino dos. El 29 y el 30. Así que 1712 fue un año doblemente bisiesto (¿trisiesto? ¿cuatrisiesto?), de 367 días de duración. Y esa es la curiosa historia del 30 de febrero.

Zlatni Rat


En Croacia, más específicamente en el Promontorio de Oro de la isla de Brac, se encuentra Zlatni Rat o Cuerno de Oro, una curiosa playa que se interna en el mar de forma caprichosa, como si fuese una playa en punta. Según las mareas y la forma en que sopla el viento, esta playa cambia sus formas, pero mantiene sus hermosas aguas turquesas y límpidas, el bosque de pinos cercano y la villa rústica romana.

Es considerada la mejor playa de Croacia, y también puede ser conocida como la playa Bol. Bol es una ciudad al sur de la isla, conocida como destino de fiesta, y entre sus mayores atractivos está esta playa de piedras con una extensión de 500 metros hacia el mar, formando una media luna dorada en medio del Mar Adriático. De esta forma se hacen dos orillas enfrentadas. Si ya estamos allí, podemos visitar otras playas, algunas son apenas pequeñas caletas con mayor privacidad que esta archiconocida playa turística. Allí también podremos realizar muchas actividades: buceo, windsurf, ciclismo, tenis, relajarnos en un spa, hacer excursiones. La isla de Brac se caracteriza por un clima suave, de inviernos húmedos y veranos soleados y calientes; y el viento de estación favorece las temperaturas templadas.

Si bien es cierto que la playa es espectacular, está muy explotada turísticamente, lo que hace que se abarrote demasiado y se haga difícil la convivencia. A un costado hay una zona de rocas menos bonita pero mucho más tranquila. Por eso, siempre es mejor visitar la playa fuera de temporada -julio y agosto son los meses que más se llena- o en las primeras horas de la mañana. La parte occidental suele estar ocupada por naturistas y nudistas, pero en principio es una playa deportiva y familiar. Dentro de la playa mismo hay pequeños bares y tiendas que ofrecen comida (frutas, tortitas, patatas fritas…).

A la isla podemos llegar en ferry, un viaje de aproximadamente una hora nos acercará desde Split a Brac, y hay excursiones por un día, en general. Para llegar a la playa desde el ferry debemos tomar un autobús (una media hora de viaje aproximadamente), y desde la parada hay que caminar un poco más. Si queremos alojarnos allí, hay gran variedad de opciones para todo tipo de bolsillo.

martes, 28 de febrero de 2012

Gryfino


 
Un conjunto de 400 pinos fueron plantados en Polonia en la década de los años 30 del siglo XX con el fin de ser una reserva para construir navíos; su anormal torsión hacia el norte de 90° ha dado pauta a las más disímbolas teorías.

No hay información muy clara del origen de estas coníferas y si muchas leyendas, pero lo que si es evidente es que estamos ante un bosque sin igual en el planeta. Y es que, como si se hubiesen puesto de acuerdo, estos árboles tuercen su tronco formando una curva para luego regresar “al redil” y seguir creciendo verticalmente.
La historia con mayor aceptación es aquella donde se asegura que este desconcertante fenómeno es producto de la intervención del servicio secreto alemán que, durante la ocupación en territorio polaco, echó mano para alterar el patrón natural de crecimiento de los pinos. Sin embargo, los habitantes de Gryfino aseguran que se trata de un capricho estético de la naturaleza ya que, su madera ni siquiera es útil para la construcción de muebles.
 

Tongariro


 
El Parque Nacional Tongariro, en Nueva Zelanda, es uno de los paisajes más populares del país, conocido por haber representado a Mordor en El Señor de los Anillos. Fue fundado en 1887, siendo el primero de los catorce que hay en el país, y el cuarto en el mundo. Es Patrimonio de la Humanidad por sus características pendientes volcánicas y por el respeto a la cultura Maorí. Está situado en el dentro de la isla Norte del país, cercano a Auckland. Su nombre viene de Tonga (viento del sur) y Riro (dejarse llevar). Allí podremos encontrar campos de hierba, bosques, altiplanos desérticos, lagos y volcanes activos.

En sus 795 mil kilómetros cuadrados, podemos encontrar tres volcanes -Ruapehu, Ngauruhoe y Tongariro- en actividad con casi tres mil metros de altura, el sello máximo de identidad del Parque. Se encuentran alineados, uno muy cerca del otro, y en invierno, sus cimas se encuentran cubiertas de nieve. El Ruapehu tiene múltiples picos, y en su cima hay una lago de color verde, mientras que el Tongariro es el de menor altura. Por su parte el Ngauruhoe es de forma cónica, con un solo tiro y laderas perfectamente simétricas, y en la película de El Señor de los Anillos representa al Monte Doom. Podemos también admirar extrañas especies de flora y fauna, como el kiwi marrón, el pato azul, el fernid o pájaro de los helechos, el chorlito de doble collar y la karearea; aunque también podemos divisar fácilmente el tui, el pájaro campana de Nueva Zelanda, el búho del sur, la curruca gris, el ojo-plateado, los murciélagos de cola corta y larga, las comadrejas, gatos salvajes, liebres, zarigüeyas y ciervos rojos.

Si dejamos a un lado la belleza natural, podemos disfrutar también de varios lugares religiosos Maorí -una etnia autóctona de Nueva Zelanda-, que consideran a las cumbres de las montañas sagradas, y les dan el nombre de tapu. El parque se desarrolló gracias a Te Heuheu Tukino IV, el jefe más importante del clan Māori Ngati Tuwharetoa iwi, para proteger las montañas de la explotación de inmigrantes europeos.


Ofrece la posibilidad de realizar una caminata de un día (aproximadamente 17 kilómetros) o un circuito de tres días en el parque, durmiendo en diferentes refugios. También es ideal para realizar esquí -el Whakapapa y el Turoa son los centros de equí más grandes del país- o snowboard durante la época de invierno. Dentro de las fronteras del parque, los únicos asentamientos son la aldea base de turismo de Whakapapa y la aldea Iwikau, aunque podemos encontrar otros en los alrededores del parque.

Las islas Lofoten


La islas Lofoten son un archipiélago de Noruega, por encima del Círculo Polar Ártico. Su nombre proviene de ‘lo’ que significa lince, y ‘foten’, que es pie, y este nombre se debe a que, desde el aire, los picos puntiagudos de la cadena de islas parecen eso: pies de lince. Son características por sus montañas y picos, las pequeñas isletas, las playas y los lugares vírgenes.

Sus principales islas son Austvågøy, Gimsøy, Vestvågøy, Flakstadøy, Moskenesøy, Værøy y Røst, donde podremos dar un paseo en moto de nieve, navegar en el barco Fram o contemplar el estrellado anochecer. Las formaciones rocosas se elevan como un muro o muralla natural, en un clima frío, aunque con temperaturas agradables teniendo en cuenta la situación geográfica. Esto hace que no se congele, siendo una particularidad del lugar esta anomalía climática. Su temperatura media permanece sobre los 0 grados durante todo el año, con inviernos suaves gracias a la Corriente del Golfo. 

Paisajes quietos, playas hermosas, picos nevados, fauna, un verde panorama en verano, el sol de medianoche en invierno, y el mayor arrecife de coral en aguas profundas. Dos principales ciudades -Leknes y Svolvær-, pueblos de pescadores, buenos servicios y gran variedad de atracciones turísticas. Podemos realizar paseos en bicicleta -hay una ruta popular y muchos senderos panorámicos-, senderismo, pesca, rafting, observación de ballenas, buceo, vela, piragüismo, entre otros. Podemos visitar el Parque Nacional Møysalen, el Museo Vikingo Lofotr, el Museo de Lofoten y el Museo del Pueblo Noruego de Pesca; así como también el Acuario de Lofoten. Si nos gusta la aventura, no podemos dejar de viajar por las Moskenesstrømmen, consideradas unas de las corrientes circulares más peligrosas; y si nos gusta la historia podemos probar suerte en el pueblo Nusfjord, con sus construcciones entrecruzadas de finales del siglo XIX, y en Eggum y Unstad las casas están agrupadas tal como estaban en la Edad Media. 

Podemos llegar a Lofoten por sus tres pequeños aeropuertos, por mar con un ferry panorámico, o por carretera a través de puentes y túneles submarinos. Los hoteles en las islas son pequeños, y el alojamiento suele basarse en cabañas de vacaciones y tradicionales de pescadores, así como también moteles. La ofertas de bares y restaurantes es amplia, aunque no son muy económicos. También es posible disfrutar de la vida nocturna, y es un destino turístico seguro, sin grandes problemas de delincuencia.

lunes, 27 de febrero de 2012

El minarete de Jam

Un remoto valle entre montañas de hasta 2.500 metros de altitud, en el corazón de Afganistán, esconde uno de los tesoros de la Humanidad más espectaculares y extraños que se conocen. El Minarete de Jam es una torre o alminar de ladrillo de nada menos que 65 metros de alto, situado en mitad de la nada, a decenas de kilómetros de la población más cercana. Es también una de las muestras más espectaculares de arte islámico oriental, y probablemente la más aislada. Fue descubierto para occidente en la década de los 80 del siglo XIX tras permanecer olvidado durante siglos y dado a conocer al resto del mundo a mediados del siglo XX por un equipo de arqueólogos franceses. Con casi un milenio de historia, el Minarete de Jam ha sobrevivido a guerras, revoluciones, terremotos y tempestades.

 
El Minarete de Jam, junto al río, entre las montañas.

No es demasiado lo que se sabe del “faro de las montañas”. Se encuentra a unos 30 kilómetros por carretera (lo de carretera es un decir) de la población más cercana (Jam), en la provincia de Ġawr. Se desconoce su fecha exacta de construcción; se barajan dos fechas (1174 y 1191) a partir de las inscripciones que se encuentran en las paredes del Minarete. También se desconoce por qué un edificio que debió maravillar a propios y extraños por su monumentalidad (65 metros de altura) no ha dejado registros de su existencia durante más de siete siglos. Se cree que se encuentra en lo que en su día fue Firuzkuh, una de las ciudades más importantes del Imperio Gúrida, que fue destruida por un hijo de Gengis Khan allá por la década de los veinte del siglo XIII. La torre es lo más visible del Sitio Arqueológico de las Montaña Turquesa, nombre con el que también se conoce a la capital perdida del Afganistán medieval.
 
 El Imperio Gúrida, que existió entre 1149 y 1212, se extendía desde Turquía a la India, abarcando grandes porciones de los actuales Irak, Irán, Kirguistán, Kuwait, Afganistán y Pakistán, entre otros territorios. 
 
Vista de las inscripciones en árabe Cúfico.
 
Construido con ladrillos, el Minarete de Jam fue nombrado patrimonio de la Humanidad en 2002. Es el segundo minarete de ladrillo más alto del mundo, y su permanencia en pie durante siglos se considera poco menos que un milagro. En una región donde las inundaciones son relativamente frecuentes y los terremotos pueden llegar a ser poderosísimos una torre de 65 metros de alto (al cambio salen unos 22 pisos de altura, en la unidad de medida oficial en la Televisión) ha pemanecido en pie a lo largo de más de ocho siglos. Su localización remota impidió, además, que fuera conocida más allá de la provincia hasta el siglo XX.



El de Jam no fue el único alminar de su clase alzado durante la época. En los años del Imperio Gúrida más de sesenta torres similares se levantaron desde Irán a Asia Central y desde Irak a la India para honrar a los sultanes; no son pocas las que se conservan en lugares como la India (la más alta del mundo) o Turkmenistán. Descubierto para Occidente en 1885 por un inglés de la Comisión de Fronteras Afganas de nombre Thomas Holdich, permaneció desconocido durante siete décadas más hasta que el trabajo de dos arqueólogos franceses atrajo la atención internacional. En los setenta se siguió trabajando en la zona, pero las sucesivas invasiones y guerras (la URSS, los talibanes, EE.UU.) no han permitido continuar los trabajos de manera regular.
 
 La carretera al Minarete de Jam, en 1974

Tras resistir ocho siglos de guerras, el alminar estuvo cerca de caer a principios del siglo XXI. Cuando cayó el régimen de los Talibanes la zona quedó completamente a merced de los saqueadores, que procedieron a hacer lo que su propio nombre indica: entrar en el sitio arqueológico y arramblar con todo. Los tesoros que allí se encontraron fueron vendidos en mercadillos de Herat a Teherán. La erosión, provocada por la cercanía del río Jam, ha contribuido también a dañar la torre. Durante la pasada década fueron necesarios trabajos de restauración en la base del Minarete para evitar su caida. En la actualidad es un lugar difícilmente accesible, en un país en guerra y muy lejos de cualquier cosa, pero si ha aguantado ocho siglos podría aguantar otros ocho más.

Obras de consolidación de los cimientos, en 2005

Espectacular contrapicado de la torre

El atolón Tikehau


El atolón Tikehau (que significa aterrizaje para la paz) se encuentra en el archipiélago Tuamotu -con un total de 78 islas y atolones-, en el Océano Pacífico, y forma parte de la Polinesia Francesa. Su formato es circular, y es un verdadero paraíso submarino reducido a su laguna interior. Por si fuera poco, está poco explotado turísticamente, por lo que es un paraíso prácticamente virgen. Pero sin duda, lo más curioso de todo es que las arenas de sus playas tienen una maravillosa tonalidad rosa.

Este atolón de 26 kilómetros de diámetro tiene un aeropuerto y una pequeña población, por lo que no debemos preocuparnos por las dificultades a la hora de acceder al lugar y de pasar unos días allí. En el atolón encontraremos solo un resort -el Tikehau Pearl Beach, que tiene unos hermosos bungalows en el agua- y alguna pensión -más económica, aproximadamente 85 euros la noche, pero sin lujos-. Con una anchura de entre 300 y mil metros y tan solo 20 kilómetros de superficie, tiene también un solo puerto para barcos pequeños. Por estas razones, es un sitio ideal para estar tranquilos y en contacto directo con la naturaleza, sin importar nada más.


Administrativamente, este atolón es una comuna asociada a la comuna de Rangiroa, de quien se encuentra a 10 kilómetros al oeste. El siguiente sitio con tierra más cercano es Tahití, del que se encuentra a 300 kilómetros al noroeste. En él encontraremos al atolón con más peces del archipiélago Tuamotu, y allí abundan las rayas, barracudas, los atunes y los tiburones grises. Tiene también numerosas colonias de aves en los islotes aislados de la laguna. La actividad que más se realiza turísticamente, sin ningún lugar a dudas, es el buceo, aunque también hay diversas excursiones, alquiler de kayacs, pesca, snorkeling…


Los habitantes del atolón basan su economía en la recolección de copra, en la pesca que aportan en el mercado de Tahití, y en el turismo. La villa principal es Tuherahera, y la población total del atolón según el censo de 1996 es de apenas 409 habitantes. Sin embargo, a pesar de ser pocos, hay en el atolón cuatro religiones: sanito es la mayoritaria -una rama disidente de los mormones-, además de protestantes, católicos y adventistas. Este atolón fue descubierto por el ruso Otto von Kotzebue en el año 1816, y que lo llamó en ese momento Krusenstern, en honor al primer explorador ruso del Pacífico. En un momento, este atolón fue una isla, pero hoy en día solo queda el anillo de coral formando un arrecife.

El templo Ta Prohm


Uno de los lugares que, sin duda, más fascinan a todos los turistas de Camboya, es el templo jemer Ta Prohm, construido a finales del siglo XII en Angkor. Comúnmente se conoce como un templo que sirvió de monasterio para los budistas, albergando en su interior hasta un total de 12.640 personas cuando se utilizaba para las oraciones y rezos. Hoy en día, su fama recae sobre otro tema. Y es que este templo o monasterio está construido en la selva, la cual ha ido creciendo y evolucionando hasta ir levantándose por encima del templo. Dicha fusión otorga al monasterio y al lugar una de las imágenes más impactantes que se encuentran hoy en día, ya que se aúnan naturaleza junto con las ruinas del monasterio. Un significativo lugar para los que deciden viajar a Camboya.

La historia del templo cuenta que fue encargado en el año 1186, por el rey Jayavarman VII. Construido como un homenaje a la madre del rey, la principal imagen del templo es la que representa a la diosa de la sabiduría de Camboya. Todo relacionado con la admiración maternal que tenía Jayavarman VII con su familia. Dicho monasterio fue utilizado como un complejo real, al mismo tiempo que se usaba como universidad budista, en donde se educaban a más de 80.000 fieles budistas.

Posteriormente, con la muerte del rey, el complejo fue variando de tamaños, de formas, se construyeron nuevas salas que aumentaron todo el conjunto visual, quedando como últimas modificaciones a finales del siglo XIII. Sin embargo, dicho monasterio fue abandonado durante el siglo XV, junto con toda la zona de Angkor. El templo es respetado debido a sus increíbles condiciones naturales en las que se encontraba, aunque creían que estaba en ruinas y la mejor opción era destruirlo. Sin embargo, conservaron dicho monumento historico como honra al rey y a la naturaleza.

Posteriormente, fue necesaria la intervención de los expertos para conservar dicho monasterio hasta el día de hoy. Los frecuentes árboles atravesaban y crecían por todo lo largo y ancho del templo, haciendo peligrar de ese modo la estabilidad del santuario. Es por ello que durante unos siglos se tuvo que talar diversos árboles que amenazaban la estructura, y se han estabilizado diversas zonas que ponían en peligro su derrumbe. Siempre respetando la atmósfera y el equilibrio natural de la selva, eso sí.

Este templo es posible encontrarlo con las coordenadas, justo a unos mil metros hacia el este de Angkor Thom, la conocida como antigua capital del imperio Jemer. Ta Prohm es muy diferente al resto de los templos, ya que forma parte de un antiguo complejo considerado como uno de los tesoros arqueológicos más importantes de todo el mundo. Sobre todo en el ámbito religioso, y dedicado por completo a los dioses hindúes.

El retrete

Uno de los aspectos más desconocidos de la historia de la humanidad es la lentitud con la que higienistas, ingenieros y poderes públicos han intentado resolver un problema tan cotidiano como fundamental: la eliminación de los excrementos humanos. Por su volumen, un litro y medio de orina y ciento cincuenta gramos de desechos sólidos diarios por habitante, representan un problema municipal de importancia considerable.

Se cree que fue hacia el siglo III o II a. C. cuando los romanos inventaron el orinal (matula), que durante veintidós siglos sería un utensilio doméstico básico. Aunque es cierto que desde el II milenio a. C. los creyentes disponían de cuartos especiales con sillas excretoras fijas, su instalación parece haber planteado problemas de infraestructura arquitectónica y municipal demasiado complejos para que el ejemplo fuera imitado. Hasta el siglo XVIII el orinal constituye el principal receptáculo de los excrementos, descontando evidentemente los rincones y lugares públicos de todo el mundo donde las gentes aligeraban sus vientres y vejigas. Estos recipientes se vaciaban en la calle, la mayoría de las veces directamente por la ventana, y más tarde, y en ciertos barrios, en el arroyo, para no manchar las fachadas. Casas, calles y palacios apestaban. Ciertas callejuelas oscuras de muchas ciudades francesas parecen haber sido especialmente favorecidas por gentes apuradas y llevan nombres tan evocados como “calle inmunda”, “calleja de las agachapares” o callejón de los menesteres”.

Aunque es cierto que algunos monarcas como Luis XI, son lo bastante púdicos como para evacuar sus necesidades en la intimidad de una “silla excusada” protegida por cortinas, muchos villanos y no pocos burgueses satisfacen sus necesidades públicamente ofreciendo, como mínimo, al pudor. En Francia, durante el reinado de Carlos V, se intentó remediar la situación instando a todos los propietarios que posean inmuebles en la villa y los suburbios de París a instalar en sus casas letrinas y privados suficientes. El decreto, de 1375, era tan solo un tímido primer paso hacia los cuartos de baño actuales; harían falta diez siglos para que se produjera el segundo. De hecho, cuando en el siglo XVIII los magistrados parisinos intentaron prohibir la práctica de las calles-letrina, una delegación de burgueses se presentó en la casa de la Villa para protestar contra la medida. No se encontró otra solución para la evacuación de los excrementos que la creación de unos canales especiales, los “mierderos”. En los castillos las deyecciones se depositaban en los fosos y en ciertos casos como en Coucy, un saledizo en el muro permitía despacharse directamente al aire libre, con destino a losfosos.

Durante el siglo XVIII, la única innovación en este campo, técnicamente secundaria, fue la instalación en algunas casa de pozos negros que iban a dar a unas tinas especiales (conos truncados de 86 cm de alto, 40 de base y 26 de boca), sistema inventado en 1786 por P. Giraud; las tinas eran transportadas periódicamente a las afueras de las ciudades para vaciarlas. La solución era bastante discutible, ya que los conductos solían obstruirse creando una atmósfera pestilente en las casas. Algunos, gente acomodada, preferían servirse en la silla excretora, que podían colocar en cualquier parte, y llamar acto seguido a algún lacayo diligente para que vaciase en la calle la cubeta.

La urbanización progresiva de las ciudades y el crecimiento demográfico hicieron la situación cada vez más insoportable. En el primer tercio del siglo pasado las inmundicias cubren las calles y llueven a traición desde las ventanas. Los servicios sanitarios y las prefecturas de policía protestan contra los peligros que esta situación entrañan para la población, y la degradación que infringe a los monumentos públicos e incluso a los lugares de culto. Pero la ley es impotente al no existir una solución técnica. En 1837, las catorce empresas de privados que se encargaban de vaciar las tinas de los inmuebles burgueses de París, que eran transportadas en carretas, ya no daban abasto. Cada carreta podía transportar un máximo de treinta y dos tinas por viaje.

Hasta 1865, más o menos, no surgió la primera iniciativa oficial destinada a velar por el pudor público con la instalación de quioscos de necesidad y cabinas inodoras a cinco céntimos. Los médicos tuvieron su parte en el asunto, pues sospechaban que el mefitismo intervenía en la propagación de las epidemias.

Entre 1865 y 1885m el vertido de materias fecales den los ríos, que era la solución adoptada en todas las ciudades europeas situadas en las proximidades de alguna corriente fluvial, creó un problema suplementario: los cursos de los ríos se convirtieron en auténticas cloacas a cielo abierto.

Mientras tanto le habían producido dos inventos sucesivos, que muy pronto se complementarían. El primero es un invento colectivo, anónimo, surgido de una institución conocida entonces como escuela monje, que luego se la conocería como el instituto Carnot de París: es la taza de retrete, muy parecida a la que conocemos actualmente, provista de una tapa horadada de manera que puede subirse y bajarse; la tapa en cuestión era entonces de chapa. Este modesto invento, pues de hecho no es más que una adaptación de la silla excretora, despertó sin embargo polémicas interminables. Los médicos discutieron largo y tendido, acaloradamente, sobre los peligros de este invento, que según alguno ” contrariaba las leyes naturales ” y favorecía los contagios debido a la famosa tapa. Las perlas de argumentación derrochadas para repudiar este invento dejan bastante pensativo a quien vuelve a leerlas al cabo de un siglo.

Este retrete moderno se impuso finalmente al asociarse con otro invento, el del inglés Thomas Crapper, que al parecer data de 1886: la cisterna de agua. Craper tuvo la idea de instalar encima de la taza, a cierta altura, un depósito con capacidad para diez litros de agua que por medio de un sistema de palanca liberase su contenido al tirar de la cadena. La función de la cisterna era por tanto expulsora y limpiadora, pero además favorecía una valiosa ventaja complementaria, y es que al diluir las materias fecales contribuía a que los vertidos finales sobre los ríos fueran mucho menos densos.

Crapper, por otra parte, modificó también el diseño de la taza incorporando el sifón, que garantizaba que siempre hubiese en el fondo de esta una pequeña cantidad de agua relativamente limpia que aislaba el bombillo del conducto de bajada. Su water-closet, el famoso inodoro, protegía por fin a la vivienda de emanaciones perniciosas.

Sin embargo, su invento sólo pudo triunfar una vez que se impusieron sistemas de alcantarillado público y se garantizó el suministro de agua corriente a todas las viviendas, algo que no se ha conseguido hasta muy entrado el siglo XX.

Ol Doinyo Lengai


El Gran Valle del Rift, que recorre países como Tanzania o Kenia, es un lugar impresionante: una fractura geológica de 500 kilómetros de largo entre Mozambique y el Valle de Jordán. Si lo recorremos, pasaremos por el Serengeti, el Kilimanjaro, la sabana tanzana, la selva. El Kilimanjaro o el lago Tangalika -el más grande del continente- son los destinos más conocidos, pero hoy hablaremos del volcán Ol Doinyo Lengai.

Ol Doinyo Lengai (que significa Montaña de Dios), o “el volcán de lava blanca”, es el único en el mundo que, por su forma, puede expulsar la lava como si fuese agua, con una temperatura de 590º, lo que es bastante frío. Por el día, la lava fluye negra -y si se solidifica, tiene unos cristales que brillan intensamente con el sol, aumentando su belleza-, por la noche roja, y al contacto con el agua se vuelve blanca. Si a esto le sumamos su espectacular forma cónica de 1.600 metros desde su base, tenemos una belleza única en medio de una planicie de pastoreo donde viven los Masai.

Este volcán se encuentra en la ladera oeste del Valle del Rift, al sur del lago Natron, al noroeste de Tanzania, y culminó su formación hace quince mil años. En la cima tiene dos cráteres, uno activo de forma continua, con una lava que se vuelve blanca al entrar en contacto con el agua, debido a que tiene un bajo contenido en sílice que ha moldeado al volcán de una forma particular. El del sur, que es el inactivo, está cubierto de vegetación, y su tierra es marrón clara y blanda. Cada varios años, el volcán expulsa cenizas.

Se puede ascender al volcán siempre que la actividad sea leve, aunque hay que tener en cuenta que las últimas erupciónes fuertes fueron en 1966 y 2007. El turismo suele realizarse en la temporada de verano, la más seca. Para ascender al volcán no es necesario un entrenamiento físico previo, aunque sí es aconsejable. Lo mismo sucede con los guías locales: no son imprescindibles, pero contratar uno nos permite tener mayores conocimientos sobre la zona. Se recomienda hacer el trekking por la noche para sufrir menos el calor, y aún así es importante llevar un mínimo de dos litros de agua por persona. Si hacemos el viaje en un día que no sea luna llena, necesitaremos de una buena linterna.

viernes, 24 de febrero de 2012

El valle de Cocora

A una altura entre 1.800 y 2.400 metros sobre el nivel del mar, el valle de Cocora, en Colombia, entra en la tipología de un ecosistema con condiciones similares a las de un bosque nuboso. Pero curiosamente, además de crecer una densa vegetación, entre el verde intenso se asoman miles de palmeras de alturas que resultan sorprendentes.






El árbol nacional de Colombia es la palma de cera del Quindío, una especie endémica de palmera de gran altura que crece en los departamentos de Quindío, Risaralda y Tolima al noroeste de Colombia. Las particularidades evolutivas y las condiciones del clima propiciaron el establecimiento de unas palmas por demás particulares: pueden crecer hasta los 80 metros de altura, y vivir más de cien años. 




Tras años de explotación de la palma por sus propiedades y el uso ritual de sus hojas, el Valle fue protegido como un santuario natural. Hoy es una zona de atractivo turístico, un entorno de montañas de verde intenso y en tonalidades que cambian de un momento a otro entre la nubosidad y la niebla cambiante.



El Valle se encuentra entre la Cordillera Central, y es cruzado por el río Quindío, donde se suelen realizar habitualmente baños naturales.
Además, es la entrada al Parque Nacional Natural de los Nevados, uno de los más importantes de Colombia, en el que se pueden apreciar los diferentes ecosistemas del país: el bosque alto andino, el bosque andino y páramo, aparte de varios picos nevados de gran importancia.




Cocora en lenguaje quimbaya significa “Estrella de Agua”, que era el nombre de la princesa hija del cacique Acaime.
El agua es un elemento presente en todo el recorrido, así como también la diversa fauna como los osos de anteojos, las mariposas y los loros orejiamarillos, en peligro de extinción; y la flora con el pino romerón, el sietecueros, el encenillo, la arnica, el frailejón y la puya. El clima de la zona tiene una temperatura promedio de 15ºC, presenta vientos provenientes del océano Pacífico, que junto con la altura dan un ambiente húmedo con lluvias casi diarias.


Debemos tener en cuenta que el penacho de estas palmas fue utilizado durante mucho tiempo para tejer los populares ramos utilizados en Semana Santa, especialmente para la celebración del Domingo de Ramos. Esto comenzó a cambiar hace unos años, ya que para utilizar ese trozo, había que tirar abajo la palmera, lo que había comenzado a causar estragos en el ecosistema del lugar.

El Valle del Cocora, es también conocido como valle de la tranquilidad, o el valle de los mil colores de verdes. Es una de las maravilla naturales de Colombia.

jueves, 23 de febrero de 2012

Berenguela de Navarra


Berenguela de Navarra nació entre 1165 y 1170, probablemente en Tudela, una de las ciudades más importantes del antiguo reino navarro. Berenguela era con toda probabilidad la hija mayor del rey Sancho VI de Navarra y de su esposa, Sancha de Castilla; la niña fue bautizada en recuerdo de su abuela materna, Berenguela de Barcelona, hija a su vez de Ramón Berenguer III, Conde de Barcelona, y de Dulce de Provenza. El padre de Berenguela, además, era nieto por vía materna de Cristina Rodríguez de Vivar, hija del afamado y heroico Rodrigo Díaz de Vivar El Cid. Tan ilustre genealogía prometía un brillante matrimonio para la infanta navarra, cuyas expectativas nupciales mejoraron cuando en 1185 su padre le cedió el señorío de Monreal.

Poco después de tan generoso acto, el rey de Navarra fue informado de que la mismísima Leonor de Aquitania estaba interesada en casar a la joven princesa con su hijo mayor, Ricardo, al que la Historia bautizó como Corazón de León por sus hazañas y sy valentía caballeresca. La unión entre la infanta y el príncipe inglés sería muy beneficiosa para la reina Leonor porque una alianza con el reino de Navarra protegería las fronteras sureñas de Aquitania, entonces uno de los Estados independientes más ricos y prósperos del continente. Las similitudes culturales entre Aquitania y Navarra, donde los trovadores gozaban de gran prestigio y de la protección real, y la aparente atracción física entre Ricardo y Berenguela, ayudaron a que el matrimonio comenzase a fraguarse. Un gran obstáculo, sin embargo, se encontraba en el camino de la pareja.
Años atrás Ricardo había sido prometido en matrimonio a Alicia Capeto, la media-hermana del rey de Francia; sin embargo, el padre de Ricardo y marido de Leonor, Enrique II de Inglaterra, había tomado a la gentil Alicia como su propia amante, y la unión incluso acabó produciendo un bebé ilegítimo. Pero tras la muerte de su padre en 1189, Ricardo se apresuró a romper el compromiso con Alicia, alegando un inquebrantable vínculo espiritual entre ambos, que haría de su eventual matrimonio una relación incestuosa. Leonor de Aquitania no podía estar más satisfecha, ya que Alicia la había desplazado en la alcoba nupcial. Alicia se acabaría casando con el Conde de Ponthieu, y su biznieta Leonor sería la esposa de Eduardo I de Inglaterra, que reinaría dos generaciones más tarde.

Dado que Ricardo se encontraba por aquel entonces tomando parte en la Tercera Cruzada para devolver los Santos Lugares al dominio del Cristianismo, Leonor de Aquitania se vio obligada a escoltar a su futura nuera hasta Oriente Medio, donde se preveía que se celebraría la boda. En la ciudad de Mesina la reina Juana de Sicilia (hermana de Ricardo) se unió a la comitiva nupcial, convirtiéndose hasta el final de sus días en fiel amiga de Berenguela; pero en la costa chirpiota el barco que trasladaba a las tres damas embarrancó, y Leonor, Juana y Berenguela fueron seguidamente capturadas por el gobernador de la isla, Isaac Comeno. Como si se tratase de una auténtica obra épica, Ricardo partió en rescate de las tres mujeres más importantes de su vida; tras invadir Chipre, Ricardo logró derrocar y hacer prisionero a Isaac Comeno, y se proclamó Rey de Chipre. En la ciudad chipriota de Limasol, Berenguela se convirtió en la primera española en ser reina de Inglaterra. La boda tuvo lugar el 12 de mayo de 1191; ese mismo día el arzobispo de Burdeos -que se había trasladado hasta el lugar para oficiar la ceremonia- y los obispos de Evreux y Bayona coronaron a la pareja conjuntamente.

Las crónicas de la época afirman que el matrimonio no llegó a consumarse; ello pudiera deberse a la posible homosexualidad de Ricardo, que en su infancia podía haber sido el amante del mismísimo rey de Francia, ahora enemigo suyo. Fuese cual fuese el motivo, Berenguela permaneció un tiempo con su marido en Oriente, pero poco después regresó a Europa. Ricardo fue capturado poco después, y tras ser liberado, tuvo que enfrentarse a su hermano menor, Juan Sin Tierra, que se había apropiado de la mayor parte de sus posesiones, como relatan las historias populares de Robin Hood; el rey de Francia, Felipe Augusto, también había confiscado gran parte de los territorios de la corona inglesa. Sin embargo, a pesar de su nuevo cometido, Ricardo no mostró voluntad alguna de querer reunirse con su esposa, hecho que forzó al Papa Celestino III a presionar al monarca para que “tratase” a Berenguela con el respeto que le era acorde. Ricardo accedió, y unidos por su común devoción cristiana, la pareja acudía a misa cada semana. Si el matrimonio no fue feliz, al menos fue fiel y entregado. Cuando Ricardo murió en 1199, Berenguela se mostró genuinamente entristecida, quizá en parte debido al hecho de que dejaba así de ser reina de Inglaterra y de Chipre. Al no tener hijos, su futuro era ante todo incierto.

Curiosamente, Berenguela nunca pisó suelo inglés durante el reinado de su esposo (de hecho, hasta la fecha ha sido la única consorte inglesa que no lo hizo en vida de su cónyuge), permaneciendo más tiempo en Aquitania y Oriente Medio. Sí visitó Inglaterra en varias ocasiones, sin embargo, años después de la muerte de Ricardo, durante el reinado de su cuñado Juan. Berenguela no se entendía bien con éste, quien se negaba a pagarle la pensión vitalicia como correspondía a una reina viuda. Su suegra Leonor, que todavía vivía, intervino a favor de su nuera, e incluso el Papa Inocencio III tomó cartas en el asunto. Cuando Juan falleció en 1216 le seguía debiendo a su cuñada más de 4.000 libras. Su sucesor, Enrique III de Inglaterra, saldó todas las deudas de su difunto padre, y Berenguela pudo retirarse a una vida cómoda en Le Mans, en el noroeste de Francia. Finalmente la reina viuda se reitró a una abadía en L’Épau, a cuya comunidad religiosa apoyó económicamente. Sus restos fueron enterrados allí tras su muerte, acaecida el 23 de diciembre de 1230. Moría así la primera española en sentarse sobre el trono de Inglaterra.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Una roca viajera en el Death Valley


¿Cómo llegó esta roca a este terreno tan extraño?
Uno de los lugares más inusuales dentro de la Tierra es el Death Valley de California ( EEUU ). 

Allí hay una cama de lago seco llamado Racetrack Playa que es casi perfectamente plano con la excepción de algunas rocas de grandes dimensiones, una de las cuales se ve en la fotografía.

La planicie y la textura de una playa como Racetrack son fascinantes pero no son científicamente sorprendentes: están causadas por el barro que fluye, se seca y se agrieta después de una lluvia intensa. Recientemente, sin embargo, se ha dado una hipótesis científicamente viable para explicar cómo rocas viajeras de 300 kilogramos fueron a parar al medio de esta inmensa superficie plana.
Por desgracia, como ocurre a menudo en la ciencia, un problema aparentemente surrealista acaba teniendo una solución relativamente mundana. 
Resulta que los fuertes vientos después de una lluvia pueden empujar incluso rocas pesadas a través de un lecho de lago temporalmente resbaladizo.

Saltos del Guairá



Los Saltos del Guairá, en la frontera de Brasil y Paraguay, fue una de las grandes víctimas del proyecto de la represa hidroeléctrica Itaipú. La que era la mayor cascada del río Paraná hasta el año 1982, hoy sólo se puede ver como un pobre recuerdo cuando el nivel de agua de la represa está bajo. Tenía un volumen de agua estimado en 49.000.000 litros por segundo en 18 cataratas. En las imágenes, se puede apreciar desde el aire un antes y después de la cascada tras la inundación. 

Fueron una maravilla natural borrada, o inundada, para siempre. Se decía que era la catarata más grande del planeta (por su caudal de agua, no por su altura), que sumaba 18 caídas o saltos estruendosos con el doble de volumen de agua que las cataratas del Niágara, o 12 veces más que las cataratas Victoria. 
Eran parte de un Parque Nacional que ya no existe, fue dinamitada, destruida e inundada.

                                   Antes de la inundación

Estado actual de los saltos de Guayrá después de la inundación del embalse

El fenómeno natural, se producía al encontrarse un río de 381 metros de ancho, con un cañón de apenas 61 metros. El mayor de los saltos, tenía una altura de 40 metros, nada menos. Y todo, en medio de una naturaleza exuberante.


La potencia del caudaloso río, o mejor, la situación geográfica y las características del relieve, fueron la causa de la propia perdición de la cascada, sumado por supuesto, a la hasta hoy cuestionada decisión tomada por políticos de altísimo rango tanto de Brasil como de Paraguay (ambos países bajo una dictadura), socios en el proyecto. Una vez más, los hombres al mando de entonces fueron juez y parte interactuando con el planeta. Los Saltos del Guairá, convocaban a miles de turistas cada año, atraídos por la sensación de espectacularidad de una serie de saltos que desde ciertos ángulos, se veían como infinitos en su encuentro con un cañón de piedras basálticas.


La represa Itaipú fue construída 200 kilómetros río abajo, pero los calculos estimaron que los saltos quedarían cubiertos de agua, y parece evidente, que a las partes implicada no les tembló el pulso al firmar la carta de intencion de la obra, entre los cancilleres brasileños y paraguayos en el año 1966. Hasta pocas horas antes de la desaparición, un cartel en la entrada a los senderos de las cascadas recordaba (casi como una broma): “respete la naturaleza”.


La maravilla natural, hasta años antes de su desaparición era un atractivo turístico un tanto aislado, en donde para ver las siete cascadas principales, había que atravesar por varios puentes colgantes. Meses antes de la gran inundación, miles de turistas quisieron verlas por última vez. Mientras que la falta de mantenimiento de los puentes era total, un grupo de turistas llegó a sobrecargar una de las estructuras que no pudo soportar el peso, desatando una de las tragedias turísticas más crudas que se recuerden en Sudamérica, con una treitena de muertos. Poco tiempo después, se dinamitaron los salientes rocosos más pronunciados, para facilitar la navegación en el futuro embalse, con lo cual, la posibilidad de restaurar el ecosistema y el paisaje quedó completamente anulada.




Claro que la historia no estaría completa sin la mención de la Represa Itaipú, la empresa binacional y represa más grande de todo el Hemisferio Sur (segunda en el mundo después de la Presa de las Tres Gargantas, en China). La obra, genera nada menos que el 95 % de la energía eléctrica consumida en Paraguay, y el 24 % de un gigante como Brasil.

A modo de resarcimiento, la represa Itaipú paga royalties a todos los municipios afectados por la inundación, y a menudo, es una obra de ingeniería incluida en listados sobre las Maravillas del Mundo moderno. Desde su inauguración, ha recibido más de 15 millones de visitantes, turistas que en su mayoría, acuden a visitar las cercanas Cataratas del Iguazú, una maravilla natural que afortunadamente sigue deslumbrando a visitantes de todo el planeta. Los saltos del Guayrá, son apenas un recuerdo de postal de la belleza natural de nuestro planeta que a veces los hombres determinan efímera.

martes, 21 de febrero de 2012

Zabriskie Point

Zabriskie Point, en California (Estados Unidos) es un conjunto de curiosas formaciones a las que el juego de luces y sombras embellece plenamente, haciendo de este paisaje un lugar digno de una pintura. Esta área ondulada se encuentra a pocos kilómetros del límite este del Valle de la Muerte, y es un paisaje altamente erosionado y sedimentado durante miles de años. Esta ubicación fue nombrada por Christian Brevoort Zabriski, gerente general de una empresa encargada de transportar bórax del Valle de la Muerte a comienzos del siglo XX.

A menudo se le llama Badlands, eso quiere decir que es una zona seca, profundamente erosionada, de rocas blandas y suelos arcillosos ricos. El colorido es asombroso, lo que lo hace un sitio ideal para visitar durante el amanecer o atardecer: por ejemplo, podemos encontrar rocas negras que no son otra cosa que lava de entre tres y cinco millones de años atrás, que fue escurriéndose por las riveras de un antiguo lago. Por su parte, el agua caliente trajo consigo una mezcla de minerales, entre los que podemos encontrar yeso, bórax o calcita, que fueron los responsables de crear las diferentes capas de colores tan particulares.

El clima puede ser uno de los grandes impedimentos: o mucho frío y viento (hasta nueve grados bajo cero), o un calor abrasador (nada menos que 57º), por lo cual, se recomienda ir bien preparado, con ropa adecuada y protegido contra las inclemencia climatológicas.