martes, 27 de marzo de 2012

La disputa territorial entre Guyana y Venezuela

El Escudo Guayanés es una de las formaciones geológicas más antiguas de la Tierra. Se extiende a lo largo de seis países en la costa nororiental de América del Sur, y ocupa una extensión de más de un millón de kilómetros cuadrados. Dentro de ella se encuentran los famosos y espectaculares tepuyes (tepuy en "pemón" significa cerro o montaña), montañas de cima plana que sobresalen centenares de metros del suelo circundante y cuyas laderas cortadas a pico hacen aparentemente inalcanzables sus cimas. Son una visión onírica, en mitad del abismo verde una mesa de un tamaño casi inabarcable sobresale como si fuera la morada de los Dioses. Así lo han considerado durante centurias las tribus que habitan la zona. Uno de los tepuyes más espectaculares es el Monte Roraima. Fue el primero de los grandes tepuyes en ser escalado y en su cima, además de un paisaje sobrecogedor, encontramos un trifinium, una triple frontera, entre Venezuela, Guyana y Brasil. También es parte del escenario de una vieja disputa territorial.


No está del todo claro quién fue el primer occidental en divisar el Roraima. Las expediciones en busca de El Dorado allá por el siglo XVI pudieron ser las primeras en tropezarse con la majestuosa figura del tepuy. La referencia histórica más antigua al avistamiento de un tepuy se encuentra en una carta de Sir Walter Raleigh en la década de 1590, pero es poco probable que fuera el Roraima. Las primeras referencias conocidas al Monte Roraima se las debemos a los hermanos Robert y Richard Schomburgk, dos alemanes naturalizados británicos que exploraron para el Reino Unido lo que ahora forma el territorio de la Guyana en la década de 1840. Los dos hermanos eran botánicos, y sus descripciones de la maravillosa flora y fauna del Roraima llamaron tanto la atención en Gran Bretaña que Sir Arthur Conan Doyle se basó en ellas para escribir su mítica El Mundo Perdido. No es la única obra de ficción inspirada por el Roraima; Up, la fantástica peli de Disney, está ambientada en un lugar imaginario cruce de este tepuy y del Auyantepui, el cerro del que brota el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo con sus 979 metros.




Los hemanos Schomburgk sólamente alcanzaron la base del Roraima, situada a casi 3.000 metros sobre el nivel del mar. Hubo que esperar casi medio siglo, hasta 1884, para que alguien ascendiera a la cima del Roraima. El encargado de la hazaña fue Everard Im Thurn, uno de esos británicos victorianos con vidas ciertamente interesantes, que acabaría siendo gobernador de Ceilán (actual Sri Lanka) y de Fiji. En lo alto del Roraima encontró unas vistas increibles y un paisaje sencillamente espectacular.







El Monte Roraima hace las veces de triple frontera, o trifinium, entre Brasil, Guyana y Venezuela, pero este último país mantiene un contencioso con Guyana desde hace décadas. Desde el punto de vista venezolano la Guyana no empieza en el Roraima sino mucho, muchísimo más al este. La historia de esta reclamación se remonta a la colonización española y británica; un choque de intereses que se resolvió a favor de la Guayana Británica, que heredaría el conflicto al independizarse en 1966 con el nombre de Guyana, a secas.


Venezuela reclama como propio todo el territorio situado al oeste del Río Esequibo, conocido generalmente con el nombre de Guayana Esequiba, o “Territorio en reclamación”, por parte de las instancias oficiales de Venezuela. La reclamación asciende a nada menos que 160.000 kilómetros cuadrados, lo que supone tres cuartas partes del territorio guyanés. El origen de la reclamación está en el colonialismo español y británico. Venezuela tenía establecido su límite oriental en el Río Esequibo y heredó ese territorio, al menos sobre el papel, tras su independencia en 1811, y lo mantuvo mientras formó parte de la Gran Colombia. Sin embargo nunca tuvo población estable allí. En 1814 Gran Bretaña recibió de los Países Bajos las colonias de Berbice, Esequibo y Demerara, que unificaron bajo el nombre de Guayana Británica. En los años 40 Robert Schomburgk, fue comisionado para trazar la frontera entre Venezuela y la colonia británica, y procedió a otorgar a los ingleses un territorio inmenso al oeste del Esequibo, trazando la frontera donde consideró oportuno para los intereses de Su Majestad. Es la conocida como Línea Schomburgk.


La pelea entre Venezuela y el Reino Unido se agravó tras el descubrimiento de oro y metales preciosos en el territorio reclamado por Venezuela, y siguió hasta 1899, cuando se produjo el Laudo Arbitral de París. Lo sucedido fue lo siguiente: EE.UU. instó a Gran Bretaña a aceptar un arbitraje internacional y a dejar de dar la vara en América, territorio donde según la doctrina Monroe sólo los EE.UU. tenían derecho a meter mano. Gran Bretaña aceptó y envió sus emisarios a París. Venezuela aceptó pero no le fue permitido enviar sus emisarios a París; en su lugar Estados Unidos envió a sus propios representantes. El quinto miembro del tribubal fue un magistrado ruso. El resultado fue el que ya imaginan nuestros lectores: Venezuela perdió 160.000 kilómetros cuadrados (de los 200.000 que querían los británicos para sí). La indignación venezolana y el apoyo de su vecino brasileño sirvieron de poco. Tampoco sirvió la sorpresa que la sentencia provocó en la propia Gran Bretaña.


Mapa de Guyana indicando el territorio reclamado por Venezuela. Puede comprobarse como Guyana quedaría reducida a una finísima línea de apenas unas decenas de kilómetros de ancho en su parte central.

A Venezuela no le quedó más remedio que reconocer el Laudo de París. En 1949 uno de los abogados que había participado por el lado venezolano-norteamericano en el proceso publica de forma póstuma un documento en el que explica que el laudo del 99 fue básicamente una componenda anglorrusa en la que el presidente del tribunal, profesor en una universidad británica, se apañó con sus colegas rusos y norteamericanos. ¿Hasta qué punto es cierto? Imposible saberlo. Pero Venezuela procedió a denunciar el Laudo como nulo en 1962, basándose en el memorándum de dicho abogado. El Reino Unido, y posteriormente la Guyana independiente, aducen que la reclamación venezolana carece de base al estar basada en unos papeles póstumos publicados cuando todos los implicados habían muerto ya, medio siglo después del Laudo, y que Venezuela aceptó el tratado en su momento y que Santa Rita Rita lo que se da no se quita. En 1966 se firmó el acuerdo de Ginebra por el que el Reino Unido reconoce la reclamación venezolana (pero que ni mucho menos supone la nulidad del Laudo de 1899), y ese mismo año Guyana se independiza, heredando la reclamación.



Desde 1982 hasta la fecha se han llevado a cabo multitud de negociaciones, estudios y demás, sin que se haya llegado a acuerdo alguno. Venezuela reconoce la administración del territorio por parte de Guyana y ésta reconoce la reclamación de su vecino, pero nada más. Ambas partes han acordado llevar las negociaciones a través de la ONU y no guerrear por el territorio, algo que es muy sensato y está muy bien pero el acuerdo es difícil, por no decir imposible. Venezuela considera que en 1899 básicamente les robaron, y Guyana no parece demasiado dispuesta a ceder el 74% de su territorio (que aloja al 37% de su población). Por suerte, las vistas desde el Roraima seguirán siendo espectaculares independientemente del nombre que se le de al territorio que hay al otro lado de una línea imaginaria.