
Yaxchilán o “Lugar de piedras verdes” se yergue majestuoso entre la densa vegetación de la selva Lacandona presente en las proximidades del río Usumacinta, cuyo caudal no solo lo convierten en un importante recurso hídrico sino que además cumple la función de frontera, tanto es así que la orilla Oeste pertenece a México y la orilla Este a Guatemala. Por tanto, la visita a Yaxchilán nos invita a conocer el pasado del mundo maya, pero al mismo tiempo, nos invita a reflexionar sobre la imbecilidad del mundo actual que nos heredó el siglo XIX y XX, con sus nacionalidades y límites artificiales creados con escuadra y cartabón.
El sitio arqueológico pertenece al municipio de Ocosingo, en el estado de Chiapas en México. Tanto para expertos como para meros turistas los restos de Yaxchilán ofrecen un rico mosaico de edificios, palacios, esculturas, estelas y decenas de glifos que nos cuentan la vida y milagro de sus gobernantes y grandes guerreros, o qué tipo de rituales llevaban a cabo. Según los expertos Yaxchilán estuvo habitado entre el año 250 d.C. y el 900 d.C. y bien pudo haber rivalizado con el gran centro maya de Tikal, localizado en el Petén perteneciente a la República de Guatemala.
El conjunto según los criterios de los arqueólogos se divide en la Gran Plaza, la Gran Acrópolis y la pequeña Acrópolis, estando compuesto por nada menos que ciento veinte edificio solo en la parte central. El edificio 19 nos introduce a través de sus estrechos y laberínticos pasillos en el recinto principal, donde desde el primer momento se puede sentir ese ambiente aventuresco estereotipado de las películas de Indiana Jones, ante la presencia de elevados árboles cuya raíces se extienden como tentáculos.
Pero el edificio que más llama la atención es la estructura 33 que encuentra precedido por una empinada escalinata acosada por la selvática vegetación, hasta tal punto que un árbol crece sin problemas entre sus piedras. Una vez arriba se puede contemplar el edificio con sus blancos dinteles, sus tres puertas y los restos de una escultura de un gobernante, probablemente Pájaro Jaguar IV.
Al estar en plena naturaleza no supone ninguna rareza que algún grupo de monos Saraguatos salga al paso para con sus ensordecedores gritos demostrar quienes son los verdaderos dueños del lugar.
El sitio arqueológico pertenece al municipio de Ocosingo, en el estado de Chiapas en México. Tanto para expertos como para meros turistas los restos de Yaxchilán ofrecen un rico mosaico de edificios, palacios, esculturas, estelas y decenas de glifos que nos cuentan la vida y milagro de sus gobernantes y grandes guerreros, o qué tipo de rituales llevaban a cabo. Según los expertos Yaxchilán estuvo habitado entre el año 250 d.C. y el 900 d.C. y bien pudo haber rivalizado con el gran centro maya de Tikal, localizado en el Petén perteneciente a la República de Guatemala.
El conjunto según los criterios de los arqueólogos se divide en la Gran Plaza, la Gran Acrópolis y la pequeña Acrópolis, estando compuesto por nada menos que ciento veinte edificio solo en la parte central. El edificio 19 nos introduce a través de sus estrechos y laberínticos pasillos en el recinto principal, donde desde el primer momento se puede sentir ese ambiente aventuresco estereotipado de las películas de Indiana Jones, ante la presencia de elevados árboles cuya raíces se extienden como tentáculos.
Pero el edificio que más llama la atención es la estructura 33 que encuentra precedido por una empinada escalinata acosada por la selvática vegetación, hasta tal punto que un árbol crece sin problemas entre sus piedras. Una vez arriba se puede contemplar el edificio con sus blancos dinteles, sus tres puertas y los restos de una escultura de un gobernante, probablemente Pájaro Jaguar IV.
Al estar en plena naturaleza no supone ninguna rareza que algún grupo de monos Saraguatos salga al paso para con sus ensordecedores gritos demostrar quienes son los verdaderos dueños del lugar.