lunes, 28 de mayo de 2012

Isla de Rangitoto

Nueva Zelanda es una tierra muy rica desde el punto de vista natural, y entre sus islas, destaca la Isla de Rangitoto, de origen volcánico y considerada una de las más nuevas del mundo, ya que contaría con sólo unos 600 años. Se ubica en el Golfo de Hauraki, y puede ser una escapada distinta y exótica si se visita la capital de este país.


Isla de Rangitoto, la isla volcánica más nueva del mundo puede visitarse en Nueva Zelanda



Llama la atención su forma cónica, su tierra de basalto y lava, y su bosque de pohutukawa, considerado el más grande en su tipo del mundo. Pohutukawa es el nombre de una especie particular de árbol, también llamado “árbol de navidad”, de tronco enroscado y con muchas flores rojas -de aquí su nombre-.

Esta isla está deshabitada y en sus pocos más de 23 kilómetros cuadrados de superficie alberga una región de conservación nacional, llamada Reserva Escénica Isla Rangitoto, por lo que todo visitante deberá ser muy cuidadoso y respetuoso para con el medio ambiente, y está totalmente prohibido arrojar cualquier tipo de residuo y/o modificar el hábitat de algún modo.



Esta isla se encuentra unida a otra más grande, también volcánica, la Motutapu, con la cual se encuentra enlazada a través de una carretera natural, y separadas del continente por el Canal Rangitoto.

Como se dijo, será una escapada idónea para quienes busquen naturaleza y tranquilidad, ya que no habrá mucha más actividad que pasear, recorrer y observar la cantidad de cuevas formadas por la lava, las piedras y demás huellas claras de lo que ha sido una violenta erupción volcánica que le dio origen. Se recomienda subir hasta el punto más alto, donde no sólo se podrá divisar el gran hoyo sino también obtener de las mejores vistas de toda la isla y de los alrededores marítimos.

De cualquier forma, valdrá la pena llegar a la Isla Rangitoto (que significa “cielo sangriento”) no sólo para observar este paisaje volcánico sino también para observar la capital de Nueva Zelanda desde una buena perspectiva.

Eunucos

Muchas civilizaciones han acogido harenes;
pero su mayor esplendor llegó a partir del siglo XIII con la cultura otomana
Piscína en el harén, de
Jean-Léon Gérôme.











































El afán de los poderosos por asegurarse la fidelidad de sus mujeres llevó a una cruel práctica: la castración La pérdida de sus atributos masculinos convertía a estos hombres en codiciados guardianes y algunos lograron puestos de responsabilidad.



Hace algo más de mil años, un lento y pesado mercante griego que navegaba frente al litoral de Almería se encontró en medio de una densa niebla que hacía imposible la visión a treinta pasos. Sin referencias por las que guiarse, el navío perdió pronto el rumbo y sus tripulantes, angustiados, se precipitaron a las bordas tratando de taladrar la niebla con los ojos, mientras temían estrellarse en cualquier momento contra las rocas de la costa. El piloto, que era un experimentado lobo de mar, buen conocedor de aquella aguas, ordenó entonces silencio total a los hombres y les recomendó que aguzasen el oído en lugar de la vista. De pronto, uno de ellos dijo estar oyendo gritos lejanos por la banda de estribor y, al poco, todos empezaron a escuchar en aquella dirección un coro de doloridos aullidos, gritos y lamentos que helaba la sangre en las venas.


Una fructífera industria de emasculación con vistas al mar

El piloto ordenó entonces a los remeros virar a babor y remar con todas sus fuerzas en línea recta. Media hora. después habían salido de la niebla y se encontraban otra vez en aguas libres. Los tripulantes pidieron explicaciones de lo sucedido y el piloto se las dio: habían sido los eunucos quienes les habían salvado del desastre. Aquellos gritos procedían de las gargantas de unos desgraciados a los que se había castrado y enterrado hasta el cuello en la arena de la playa para que las propiedades antisépticas y cicatrizantes del yodo marino ayudaran a contener sus tremendas hemorragias.


El piloto estaba en lo cierto. Los judíos radanitas, quienes tenían en la práctica el monopolio del tráfico medieval de eunucos destinados a los serrallos orientales,habían establecido una de sus siniestras ; factorias en la costa almeriense para abastecer desde ella los ricos mercados andalusíes y norteafricanos, Los radanitas eran un grupo especializado de judíos políglotas, discreto y respetuosos con las leyes de los pueblos que recorrían.


En la alta Edad media habían establecido una red que controlaba buena parte del comercio global de mercancías, desd China -al final de la Ruta de la Seda- hasta el norte de Europa. De hecho, otro de sus centros de producción de eunucos estaba en Verdún, noreste de Francia, plaza donde se castraban los esclavos procedentes de Alemania y Europa central.


Era un negocio limpio y provechoso. En determinadas épocas y mercados orientales, el precio de un eunuco bien operado podía llegar a superar el de veinte esclavos. Pero la ventaja para el traficante no sólo estaba en el precio, sino en la inversión previa. En las mismas condiciones, el margen comercial del vendedor del eunuco se multiplicaba, teniendo en cuenta que sus gastos de adquisición, manutención y transporte habían sido tan sólo la vigésima parte que los del otro. Claro que el negocio tenia sus riesgos: muchos de los operados no sobrevivía a la castración. La hemorragia y las infecciones se llevaban por delante a la mayoría, aunque no existen estadísticas del número de castrados que sobrevivían a las operaciones.


Una barrita muy especial, que costaba su peso en oro

El porcentaje de supervivencia a la emasculación debió de estar relacionado con los métodos empleados y con el grado de mutilación del paciente. Porque hay que aclarar que no tenía el mismo valor un castrado que conservaba el pene que un castrado absoluto: la operación entrañaba muchos más riesgos en el segundo caso. A los supervivientes de la mutilación total se les insertaba una barrita de plomo en la uretra, barrita que debían retirarse cada vez que necesitaban orinar.


Los que podían exhibir su barrita eran, con mucho, los más caros del mercado. En ello influían ciertas historias que corrían sobre los eunucos, probablemente basadas en casos reales. Se decía que algunos de ellos no habían sido castrados por completo, ya que el pánico en el momento de ser operados provocaba a menudo la retracción de una de las gónadas (el fenómeno reflejo en que se basa nuestro coloquial "acojonarse") al interior del perineo. Así. al amputar el saco escrotal y coser la herida, pasaban por eunucos sin serlo. Incluso se afirmaba que, si el testículo oculto era el derecho, cambiaban la voz pero les salía barba, mientras que si era el izquierdo podían sentir deseo sexual e incluso engendrar. Por esa razón, los suspicaces señores de los serrallos preferían a los castrados absolutos.


Por algo el vocablo eunuco significa "vigilante del lecho". En este mercado se apreciaban sobremanera las habilidades especiales. Existían centros dedicados exclusivamente a preparar a lo eunucos destinados a los serrallos de los más poderosos. Debían aprender a ser dóciles y ciegamente fieles; mostrarse discretos pero siempre avizores; preparar bebidas y alimentos, y ocuparse de los cuidados domésticos como lo haría un ama de llaves. Puesto que su destino era permanecer encerrados de por vida entre los límites de un harén, convenía que además fueran cultos y supieran cantar, tocar algún instrumento o recitar bellas historias. para entretener a sus amos. Pero no siempre era así.
También alcanzaban precios muy altos los eunucos a los que, además de sus atributos viriles, se les había cortado la lengua.


El poder de los castrados en China: la Historia la escribió Ssu-ma Chen

Por un lado, lo que ocurría en el interior del serrallo de un emir, de un sultán o de un califa no debía salir de allí bajo ningún pretexto. Por otro, hay que imaginar el colosal tejido de rivalidades, envidias y rencores que, inevitablemente, debía generarse en el seno de un grupo nutrido de mujeres (diez, cuarenta, cientos, miles a veces), sin otra cosa que hacer durante toda la vida que esperar la cotidiana selección nocturna de su amo y señor. En ese ámbito dificilísimo se movían los eunucos. Y de él procedía el gran poder que algunos de ellos llegaron a detentar en ciertas épocas de la Historia.


Sin embargo la fuerza del harén no residía solamente en la información, el control de intrigas y el tráfico de influencias que generaba. El verdadero poder se encontraba en la amistad de los niños. Porque los hijos del señor también vivian en el harén hasta llegar a la pubertad, de modo que el eunuco convivía con ellos desde la cuna y, con el tiempo, llegaba a convertirse en su maestro, confidente y educador. En realidad, estaba mucho más cerca de ellos que su siempre atareado y distante progenitor. Con esos vínculos tan fuertes, nada tiene de particular que, una vez heredado el poder paterno, aquellos niños llamasen a su lado a sus viejos y fieles eunucos, personas en quienes podían confiar ciegamente y a los que además, en muchos casos, amaban más que a sus padres.


En la historia de China, los castrados desempeñaron un papel muy importante. De hecho, la propia historiografía china fue inaugurada por uno de ellos. Hacia el siglo II a.C., el joven erudito Ssu-ma Chen sucedió a su padre en el cargo de astrólogo y calígrafo imperial. Eran los años en que la dinastía Han perseguía la descomunal hazaña de unificar políticamente el país, y Ssu-ma Chen se había impuesto a su vez la de reunir las noticias históricas de los sucesivos reinos. Tras la unificación, todo debía comenzar a contarse de nuevo, así que era imprescindible un calendario único para China, calendario que Ssu-ma Chen también se encargó de establecer. Su carrera política parecía imparable, pero el joven sabio resultó demasiado sincero y noble para aquella Corte.


Presente en la reunión del soberano con sus generales después de un desastre militar, Ssu-ma Chen se atrevió a argumentar, razonada y respetuosamente, que la derrota no se había debido al general que mandaba la tropa, en contra de lo que sostenían sus compañeros militares y -lamentablemente para él- también el propio monarca. Aquella intervención desencadenó un juicio en el que fue condenado a muerte por el supremo delito de menospreciar al emperador. Pero, en vista de que hubiera sido una lástima interrumpir su gran recopilación histórica,le fue conmutada la condena por la castración. Tras su penoso castigo, Ssu-ma Chen siguió trabajando y consiguió rematar su tarea, que vino a aportar orden y sistema a cuantos escritos históricos se redactaron desde entonces en China. El poder de los eunucos chinos fue máximo" Es posible que no haya habido en toda la Historia un almirante comparable al eunuco Cheng Ho.


Sus casi treinta años al mando de la flota imperial china, la más grande que conoció el mundo antiguo, le llevaron a viajar y explorar desde Sudáfrica hasta Java. Y en todo ese tiempo no se tienen noticias de que usara la violencia. Su papel era puramente diplomático. Se presentaba con su flota a la vista de una ciudad costera importante y desembarcaba para visitar a las aterrorizadas autoridades locales en nombre del emperador de China. En lugar de decapitarlos, como ellos esperaban, Cheng Ho les colmaba de fabulosos regalos y luego les convencía de que rindiesen tributo nominalmente al emperador, un diezmo muy pequeño, simbólico casi, ya que China no necesitaba nada porque tenía más recursos de los que podla desear. No imponía cambios en materia de política interna y mucho menos de religión, de manera que las autoridades estaban felices de poder expresar su ardiente sumisión al soberano chino y Cheng Ho podía transmitir a su amo y señor que un nuevo país había ingresado en su imperio. Así que todos quedaban contentos con aquella comedia cuya única finalidad era satisfacer la vanidad imperial.


Con los primeros soberanos de la dinastía Ming. Su fundador, Chu Yüan-chang, demostró muy pronto que estaba dispuesto a terminar con el poder de la burocracia imperial, el único pequeño freno a su despótico absolutismo. Convirtió a sus numerosos eunucos en espías y ejecutores de castigos ejemplares. Organizaba sesiones públicas para que la Corte en pleno contemplase el apaleamiento hasta la muerte de algún alto funcionario acusado de delitos reales o imaginarios. A principios del siglo XV, otro Ming, Yung Lo, subió al poder como resultado de una intriga tramada por los castrados.


El eunuco que trató de conquistar el mundo sin luchar

Yung lo se dejó arrastrar por los castrados a un plan que pretendía convertirlo nada menos que en emperador de todo el orbe. De ello debía encargarse Cheng Ha, conocido como el Eunuco de las Tres Joyas, quien protagonizó una de las aventuras políticas más grandes y menos aireadas de la Historia, El propósito era una auténtica locura: no se trataba de imponerse y conquistar, sino de dar a conocer al mundo la palmaria evidencia de que China era el imperio más poderoso, con lo que el resto de los países de la Tierra se convencerían, en buena lógica, de que debían integrarse en él. Para ello había que hacerse presente y Cheng Ha se puso al mando de una flota como jamás se había visto hasta entonces. Casi 40.000 hombres embarcaron en una armada de 315 naves, la capitana de las cuajes era un monstruo que, según las crónicas, arbolaba nueve mástiles con una eslora de l35 metros, veinticinco más que Un campo de fútbol actual. La flota del Eunuco de las Tres Joyas realizó siete expediciones que recorrieron el mundo durante 28 años, pero sus resultados no condujeron al propósito deseado.


En contra de la actitud de los imperios occidentales, Cheng Ha no invadía ni atacaba. Sencillamente, dejaba ver la potencia de China y demostraba su grandeza, haciendo magníficos regalos a los soberanos de los reinos que visitaba. Era una buena táctica, pero cuando el poder del eunuco se eclipsó tras el cambio de emperador, los países adheridos al imperio dejaron de sentir la potencia china y todo regresó a la normalidad anterior. La tragedia de los eunucos que alcanzaron el poder era que no podían transmitirlo a sus descendientes. Aunque hubo casos en los que un castrado fue sucedido por otro. En 1538, durante la época de tres siglos en que Egipto estuvo gobernado por los otomanos, el eunuco Daoud Pachá sucedió al también eunuco Soliman Pachá el Khadern, y se temió que con ello se inaugurase una dinastía de eunucos, una eunarquia.


Digamos ya que el fenómeno de los eunucos es netamente oriental, pero no consecuencia directa de la poligamia mahometana como a veces se cree. Mucho antes de que existiera el islam, las cortes imperiales de Asiria, Babilonia y Persia ya conocieron la influencia de los eunucos que rodeaban a los soberanos. Y, antes que ellos, los egipcios, muy discretos en estos asuntos, utilizaban sin duda sus servicios para mantener los amplios serrallo faraónicos. Mucho se ha debatido sobre si el término "satis del Faraón" con que la Biblia califica al egipcio Putifar en la historia de José, significa eunuco u otra cosa. y con razón. Por un lado. el libro afirma que Putifar estaba legalmente casado; por otro, que su mujer demostró su insatisfacción requiriendo sexualmente al casto José.


Tras sesudos y debatidos estudios, hoy parece fuera de duda que la palabra saris significaba jefe militar y no eunuco, de modo que Putifar ha quedado para la Historia como un machote y su mujer como una cualquiera.


Aunque puede hablarse al menos de un eunuco occidental que alcanzó el poder -Narsés, general de Justiniano I, que expulsó de Italia a los invasores bárbaros-, los motivos de castración en el monógamo mundo cristiano se reducen al musical y al religioso. Desde los tiempos de Bizancio se había castrado a niños para obtener buenos sopranos y, sólo en 1870, quedó prohibida legalmente semejante abominación. El primer castrato que dejó su nombre en la Historia fue un español, Giacomo Spagnoletti, que cantó en el coro de la Capilla Sixtina hacia 1590, Los castrati más famosos, como Senesino, un gigante cuya voz y apariencia utilizó Haendel para estrenar nada menos que 17 de sus óperas, disfrutaron por lo general de una vida de lujo y reconocimiento. E incluso, algunos gozaron de cierto poder político dada su familiaridad con los soberanos, caso de Farinellí con Felipe V de España.


La otra causa de castración en el mundo cristiano, la religiosa, sólo afectó a los pueblos eslavos. En los primeros tiempos d la Iglesia, el patriarca Orígenes se mutiló a sí mismo para evitar tentaciones y concentrarse más en la idea de Dios. Por ese motivo no pudo ser ordenado sacerdote, pero fue el teólogo más influyente hasta Agustín de Hipona. Hay leyendas sobre ermitaños que hicieron lo mismo, pero son casos contados. Muchos siglos después, a fines del XVIII, una secta ortodoxa rusa, la de los skoptsy, llegó a la sorprendente idea de usar la castración como sacramento. Su apóstol era Kondraty Selivanov, hombre de una resistencia física extraordinaria. Tras una vida agitada y después de vivir muchos años en prisión, Selivanov llegó a morir centenario . Los skoptsy sostenían que no habría salvación mientras se estuviera preso de las exigencias de la carne, y creían firmemente que Cristo y sus primeros seguidores también se habían hecho castrar. Todo el mal procedía del sexo, de forma que se abstenían de comer cualquier clase de carne por ser fruto de un acto sexual.


Los skoptsy: el paso de la castración física a la castración espiritual

La emasculación sacramental, que inicialmente se realizaba de la manera más brutal posible -quemaban los testículos con un hierro al rojo-, se extendió también a las mujeres, a quienes se les cortaba los senos. En 1807, el Santo Sínodo ortodoxo declaró a los skoptsy como los herejes más peligrosos del Imperio y, a partir de entonces, comenzaron las detenciones y las deportaciones a Siberia de miembros de la secta. Con ello se produjo el efecto contrario al deseado. Los skoptsy se hicieron atractivos para el pueblo, que los consideraba gente de moral intachable, industriosos, generosos y trabajadores.


Muchos de ellos se hicieron extremadamente ricos. Durante los primeros decenios del siglo XIX se estima que la secta contaba con centenares de miles de seguidores. En esa época se hizo patente el problema esencial de los castrados: su falta de descendencia. Ni los fanáticos skoptsy pudieron ignorar que si todos los seres humanos se hicieran castrar, su religión, y el propio mundo, acabarían en una generación. Así, tuvieron que imponer la norma de que los nuevos fieles debían tener al menos un hijo antes de hacerse castrar.


Más tarde, y ya casi extinguidos, cambiaron la castración física por lo que llamaban "castración espiritual", pero ni aún así consiguieron aumentar el número de adeptos, exiguo y esparcido en pequeños núcleos por todo el imperio. Con la Revolución Soviética se liquidaron muchos de esos reductos, pero no todos. Aunque parezca increíble, hubo grupos de skoptsy que sobrevivieron a la etapa soviética. Incluso se dijo que uno de los máximos dirigentes históricos del partido comunista, Gregory Malenkov, colaborador y sucesor de Stalin como Primer Ministro entre 1953 y 1955, era un skoptsy No hay pruebas de esto, pero lo cierto es que su aspecto era tan claramente eunucoide que sus enemigos le llamaban "la dulce Melania".


El Cristo-zar

Se llamaba Kondraty Selivanov, y era un exaltado que a partir de las ideas religiosas de los khlYsty, una secta ortodoxa que creía en la reencarnación,decidió que en su persona se habían encarnado a la vez Cristo y el zar Pedro III. Fue el profeta de los skoptsy, y el inventor del "dogma" de la castración voluntaria como segundo bautismo; bautismo de fuego, ya que la operación se practicaba por medio de un hierro candente. En 1795, fue detenido en Moscú y trasladado a San Petersburgo, donde parece que le recibió el zar Pablo I, curioso por conocer a quien se decia reencarnación de su padre. Cuando la conversación derivó hacia el aspecto religioso y Selivanov, con lágrimas en los ojos, aconsejó al Emperador que se hiciera castrar sin pérdida de tiempo, Pablo I comprendió que ya había oído bastante y ordenó que se le ingresara en un manicomio. Pero la historia de Selivanov no habla hecho más que empezar. Dos ricos castrados de su iglesia consiguieron liberarle y construyeron una mansión donde terminó por acudir lo más granado de la sociedad petersburguesa para presenciar sus éxtasis.


Por fin, en 1820, fue recluido en un remoto monasterio donde vivió en completa soledad hasta su muerte, que le llegó cuando ya era centenario. Sus ideas, aunque delirantes, influyeron en las vidas de millones de personas y fueron responsables de cientos de miles de castraciones voluntarias en pro de la salvación eterna. He ahí una buena muestra del poder del fanatismo.

Isla de los canivales




Tras la muerte de Lenin en 1924, Stalin se hizo con el poder de la Unión Soviética. Su ideal de estado comunista sin ricos ni pobres, con salud y educación para todos estuvo muy alejado de la realidad. Los Gulags y las hambrunas mostraron al pueblo ruso el lado más oscuro del comunismo. Durante sus 30 años en el poder murieron 20 millones de personas.


En la década de 1930 una gran hambruna azotó la Unión Soviética y provocó un gran éxodo: en dos años, más de 10 millones de personas abandonaron el campo, sumiendo las ciudades en el caos y la criminalidad. Para restaurar el orden, Stalin organizó una gran limpieza en Moscú y Leningrado de todos los ciudadanos considerados "socialmente dañinos". En 1933, 6.000 personas "no deseadas" fueron elegidas al azar y detenidas: campesinos, pequeños delincuentes, visitantes, o simples ciudadanos con papeles.

Hombres, mujeres y niños fueron detenidos y trasladadps a la isla de Nazino, un lugar aislado en mitad de un río siberiano. Los prisioneros fueron abandonados solo con harina para comer, algunas herramientas y la poca ropa que llevaban puesta. En Nazino no había nada, ninguna vivienda o infraestructura. La desesperación llevó rápidamente al robo y la delincuencia y el hambre a escenas de canibalismo en masa.

A través de reconstrucciones e imágenes de archivo, este documental revela los métodos arbitrarios y apresurados utilizados por el régimen soviético para deportar a la gente. De Moscú a Nazino, el director del documental realiza una investigación que sigue el rastro de los deportados. De los 6.000 deportados solo 2.000 sobrevivieron pero a ninguno se le autorizó regresar a su hogar.

Cuevas de Waitomo




Se trata del interior de una cueva, m
ás concretamente del interior de las cuevas de Waitomo, situadas en la localidad del mismo nombre en Nueva Zelanda.




Son unas cuevas de roca calcárea que forman grutas que tienen como mayor particularidad la existencia de un gusano luminoso que se ubica en el techo de las mismas.


La razón de su brillo es debida la reacción química de la luciferina, un componente producido por la enzima luciferasa. Cuanto más hambrienta se encuentra la larva más luciferina genera.

Este gusano bioluminiscente es el estado larvario de un insecto autóctono de Nueva Zelanda similar al mosquito, el Arachnocampa luminosa que emite una luz brillante con la que atrae su presa.

Las larvas son semitransparentes y miden unos 3 o 4 cm de longitud. Tejen un hilo mucoso que queda colgando del techo de la cueva, en el que disponen unas gotas pegajosas.

Estos hilos pegajosos son una trampa para obtener alimento, ya que los pequeños insectos atraídos por la luz quedan atrapados en los hilos de las larvas. Cuando esto ocurre, la larva desciende hasta el insecto para devorarlo.

Al final de su ciclo vital el gusano hace una crisálida y cuando sale con su forma de mosquito sólamente vive unos días en los que pone huevos en los techos de las cuevas.

Curiosamente muchos de estos mosquitos acaban sus días adheridos a los hilos pegajosos de otras larvas que se alimentarán de ellos.





Hay grutas con suelo seco y otras parcialmente inundadas. En estas últimas hay un embarcadero con unas barcas que los turistas utilizan para visitar las cuevas.

Estas barcas no llevan motor ni remos, se desplazan al ir tirando manualmente de una cuerda que traza el camino a seguir.

De esta manera el silencio y la oscuridad hacen más impresionante la peculiaridad de las cuevas y sus larvas luminosas.

Alta Edad Media



El auge de la vida urbana y el desarrollo de los mercados trajeron la bonanza económica a Europa, embarcada en costosas cruzadas contra el Islam. Después, la Peste Negra, la recesión y las guerras entre las monarquías feudales dieron paso a los estados nacionales.


El Imperio Romano de Occidente dejó de existir con un acto de compasión. En contra de la costumbre, Odoacro, caudillo de la tribu de los hérulos, se limitó a deponer y enviar al exilio al último emperador, Rómulo Augústulo, que apenas era un adolescenle. En ese instante del año 476, los restos de la autoridad imperial, sólida durante siglos pese a las incontables conspiraciones y cruentas guerras civiles, se vinieron abajo y los pueblos germánicos, que habían ido introduciéndose en la tierra de los césares desde el siglo I, se apoderaron de ella definitivamente. Si bien muchas de las instituciones romanas pervivieron, adaptadas por las monarquías bárbaras según sus usos tradicionales, desapareció la idea de un Estado centralizado. El latín, reservado para el uso en la corte, fue ganando elementos y perdiendo otros en muchas de las antiguas provincias meridionales, lo que con el tiempo dio origen a las lenguas romances.


La penetración de los pueblos germánicos en el Imperio Romano no fue un proceso homogéneo.Así, mientras que en algunas provincias se produjo una fusión más o menos pacifica, en su Carta a Geruchia, San Jerónimo describe cómo tras cruzar el Rin en 406,"innumerables pueblos feroces devastaron todo el país entre los Alpes y los Pirineos, y las ciudades quedaron despobladas por la espada y el hambre"Apenas tres siglos después, la invasión islámica volvió a desestabilizar parte de Europa. Los califas omeyas, con capital en Damasco,iniciaron una rápida expansión que les permitió controlar el norte de África y asaltar la península Ibérica.Desde allí pusieron rumbo a la Galia,donde los francos, dirigidos por Carlos Martel,detuvieron su avance cerca de Poitiers en 732.
Las incursiones de otros dos pueblos impidieron dejar las armas a los europeos. A finales del siglo IX, los jinetes magiares originarios del este de los Urales penetraron en Europa occidental, donde llegaron a arrasar el Languedoc, en Francia. Sus incursiones continuaron hasta que fueron derrotados por el emperador germánico Otón I en el río Lech (Baviera),en 955.
Precisamente, la arqueología ha demostrado que los magiares, que se asentarían en Hungría, mantuvieron un estrecho contacto con los vikingos, que desde sus bases en Escandinavia saquearon a conciencia las costas europeas.

Europa occidental había quedado atomizada en una multitud de reinos romano-germánicos muy distintos entre sí. De este modo, mientras francos y visigodos se enfrentaban por controlar amplias regiones de la Galia, la monarquía vándala, que se había establecido en el norte de África ajena por completo a sus nuevos súbditos, se empeñaba en reprimir a los opositores politícos. En la Península Itálica, el poderoso jefe de los ostrogodos, Teodorico, se había hecho con el poder tras asesinar con su propia espada a Odoacro y tutelaba el gobierno de sus parientes visigodos, lo que le había convertido en el soberano occidental más importante de la época. El caudillo no sólo había logrado separar el poder militar, en manos de los ostrogodos arrianos, del civil, que dependía de los romanos católicos, sino que albergaba la esperanza de reunir bajo su mando a francos, vándalos y godos.


En busca de la reunificación imperial


Pese a sus esfuerzos, la inestabilidad se extendió por el continente avivada por las luchas entre las diversas facciones. Los reyes bárbaros eran débiles. Su Fuerza quedaba limitada por la de su propia nobleza, que controlaba sus huestes a través de relaciones de fidelidad personal. La situación no pasó inadvertida a Justiníano I, emperador romano de Oriente, que se lanzó a una arriesgada empresa: la reunificación imperial.


Cuando Flavius Petrus Sabbatius Justinianus ascendió al trono en 527, ya tenía en mente que el mundo cristiano debía estar sometido a una única autoridad política, la suya. Para ello, planeó meticulosamente la destrucción de los reinos bárbaros y la recuperación de Occidente, tarea que encargó al general Belisario, uno de los estrategas más brillantes de la Historia, Entre 533 y 534, mientras se erigía Santa Sofía en Constantinopla, éste se puso al frente de una fuerza expedicionaria que acabó con los vándalos e incorporó Cartago y las Baleares al Imperio. Poco después, tomó Córcega, Cerdeña y Sicilia y lanzó un asalto sobre la península Itálica, que culminó con la conquista de Rávena en 540 y el apresamiento del rey Vitiges, Los ostrogodos habian llegado a ofrecer a Belisario la corona de Occidente, lo que pudo despertar las suspicacias del emperador Justiniano. Ya fuera por ésta o por otras razones, el victorioso militar cayó en desgracia y Fue sustituido por. arsés, que culminó su campaña. A mediado del siglo VI, Justiniano añadió a sus dominios la costa este de la península Ibérica y resucitó el sueno de un imperio unido por el Mare nostrum


Un nuevo poder surge en el Este: el islam


Todo empezó a desvanecerse, sin embargo, tras su muerte en 565. En unas pocas décadas, los bizantinos perdieron los territonos que habían conquistado en Occidente, y persas, ávaros y eslavos llegaron a hacer peligrar la existencia misma del Imperio. A finales de la década de 620, el emperador Heraclio logró conjurar las distintas amenazas y entró victorioso en Jerusalén, donde colocó la Vera Cruz en la Iglesia del Santo Sepulcro. Poco podía suponer que un nuevo poder procedente del desierto iba a tirar por tierra sus esfuerzos.

Mahoma había logrado unir al mundo árabe predicando la veneración y la sumisión a Alá, el dios único de la joven religión islámica. Pocos años después de que falleciera en 632, ésta ya era una formidable fuerza social y militar. Sus primeras ofensivas golpearon Persia y las provincias bizantinas de Siria, Palestina y Egipto, tras lo cual siguió su imparable progreso por el norte de África y la península Ibérica.

Constantinopla, cercada entre 717 y 718, resistió la acometida, lo que impidió que el islam penetrase en aquel momento en Europa del Este. Casi a la vez que se levantaba el sitio de la capital romana de Oriente, en un remoto enclave del norte de la vieja Hispania, Pelayo, un noble godo, tomó la decisión de rebelarse contra los invasores musulmanes que habían acabado con la frágil monarquía visigoda apenas siete años antes, Un acto que, con el correr del tiempo, tendría sorprendentes consecuencias: la Reconquista.

Es indudable que el auge del islam marcó un antes y un después en el devenir de Europa, Hasta tal punto fue así, que uno de los grandes historiadores del siglo XX, el belga Henri Pirenne, sostiene que su rápido e inesperado avance supuso la auténtica ruptura con la tradición de la Antigüedad. En su obra ya clásica Mahoma y Carlomagno, Pirenne señala que las invasiones germánicas no llegaron a alterar profundamente la unidad del mundo antiguo, organizada en tomo al Mediterráneo, ni destruyeron los principales rasgos de la cultura romana.

La Edad Media, según su hipótesis, no empieza con la caída de Rómulo Augústulo y la extinción del poder romano, sino en el siglo VIII. Pirenne establece que al cerrar el Mediterráneo a la navegación, los musulmanes hicieron tambalearse el sistema comercial europeo, que aunque se basaba en la agricultura y se había deteriorado tras la disminución de la circulación de moneda, dependía en gran medida del transporte de mercancías por mar.


Los europeos se unen en defensa del cristianismo


A falta de una figura unitaria, en la nueva Europa surgida tras la acometida islámica, más empobrecida y disgregada, la defensa de la religión cristiana se convertiría en uno de los pocos factores de cohesión continental. Efectivamente, la Iglesia, que atesoraba la mayor parte del legado grecorromano, se había ido revistiendo de un indudable poder cultural e ideológico. La Regula monasteriorum escrita por el religioso Benito de Nursia en 540 puso Las bases de un nuevo sistema monacal caracterizado por la regla Ora et labora, esto es, "Reza y trabaja".





La salvación a través del trabajo Así imaginó el pintor Turino di Valli (1349- 1438) el momento en que Benito de Nursia presenta la Regla de la orden benedictina en el siglo VI. Su lema: Reza y trabaja.

Los monasterios benedictinos eran enclaves autosuficientes, organizados en torno a un templo y un claustro, en los que además de una intensa actividad agrícola se buscaba la comprensión de lo clásico. De este modo, se crearon bibliotecas, se favoreció la copia de manuscritos y, gracias a las donaciones, sus edificios ganaron en esplendor La autoridad del Papa, el primado de Roma, daba un sentido unitario a la religión cristiana católica, que con el tiempo había logrado imponer su criterio en los reinos controlados por los bárbaros arrianos. Ese poder centralizador se acrecentó aun más a partir de mediados del siglo VIII, cuando recibió el apoyo armado de Carlos, rey de los francos.

Entre 772 y 774, este soberano, que pasaría a la Historia con el sobrenombre de Carlomagno, había combatido con éxito la expansión lombarda en la península Itálica, lo que le valió ser nombrado "Protector de Roma" por el Papa Adriano I. Durante los siguientes 26 años, el rey de los francos y lombardos destruyó el reino de los ávaros, cristianizó a sajones y frisones tras doblegarlos militarmente y se enfrentó a los musulmanes en sus propio dominios de la península Ibérica.

Su campaña de 778, que tenía por objetivos Zaragoza y el valle del Ebro.fracasó, pero puso los puentes para la fundación pocos años después de la Marca Hispánica, la frontera suroccidental de sus extensos dominios, que por el Este alcanzaban el río Elba.


El efímero renacimiento cultural carolingio


El día de Navidad del año 800 fue proclamado emperador por el papa León III en Roma bajo la fórmula Romanun gubernas Imperium -el Emperador que gobierna el Imperio Romano-, algo que suscitó el rechazo del imperio Bizantino, pero que, de hecho, confirió a los carolingios el papel de sucesores del Imperio Romano de Occidente. De hecho, la estrecha vinculación del papado con el imperio conllevó el inevitable alejamiento de la Iglesia bizantina, En 858, Focio, patriarca de Constantinopla, abandonó la obediencia a Roma. Mantuvo su postura hasta su muerte en 886 y, si bien ambas iglesias volvieron a reconciliarse, abonó el terreno para la consumación del Gran Cisma, en 1054.


Durante el reinado de Carlomagno se impulsó la recuperación del espíritu clásico. Desde la corte imperial en Aquisgrán surgió un movimiento intelectual y literario que se traduciría en la creación de la Escuela Palatina, en la que se dieron cita algunos de los eruditos más destacados de la época, como Pablo Diácono o Alcuino de York. Esta revolución cultural, conocida como Renacimiento Carolingio, supuso también la difusión de un nuevo tipo de letra, la minúscula carolingia, que fue común y homogénea para todo el Imperio, y la construcción de grandes conjuntos monásticos, que sirvieron al emperador para organizar la administración religiosa.

La muerte de Carlomagno en 814 supuso la progresiva desintegración de aquella superestructura que permanecía unida exclusivamente por su prestigio. La guerras civiles entre su sucesor Ludovico Pío y los hijos de éste acabaron sumiendo al Imperio en una profunda crisis, agravada por las constantes incursiones de vikingos y magiares.

El esfuerzo renovador de los carolingios se desvaneció a causa de las continuas razías de los pueblos nórdicos y los jinetes del Este durante los siglos IX y X. Aquellos ataques, que dejaban tras de sí un rastro de monasterios destruidos y comunidades saqueadas, no sólo acabaron con el comercio. La inestabilidad que trajeron los nuevos invasores modificó la forma de gobiemo en buena parte del continente. El clima generalizado de inseguridad y desamparo consolidó el poder de los señores locales, que debían organizarse para proteger sus tierras y las de los colonos más débiles.


Así se sentaron las bases del feudalismo, un sistema de gobierno basado en las relaciones entre señores y vasallos que experimentaría su máximo apogeoentre los siglos XI y XIII Y que acabó extendiéndose a toda la sociedad europea.

Aquel desgarro, sin embargo, apenas afectó a la civilización islámica, que en los siglos IX, X Y XI experimentó un incomparable desarrollo, En ese tiempo, Bagdad, Basara, El Cairo, Córdoba y hasta las cortes provinciales de las taifas andalusíes en las que se descompuso el califato cordobés en 1031 se convirtieron en importantes centros culturales. En ese ambiente se tradujeron innumerables obras filosóficas y científicas, principalmente griegas, y brillaron con luz propia figuras como el académico persa Al-Razi (865-925), al que se atribuye el descubrimiento del ácido sulfúrico, o Avicena (980-1037), considerado uno de los más grandes médicos de la Historia, La revitalización de Occidente comenzaría a mediados del siglo X y cristalizaría ya en el siglo XI en tomo a tres puntos focales: la abadía de Cluny, fundada en 910 en la localidad homónima de Francia, la corte de Oton I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico entre 962 y 973, Y la península Ibérica, en la que los reinos cristianos combatían la pujanza del califato que Abderramán III había proclamado en Córdoba en 929.

Cluny extiende el poder de la Iglesia por el continente La reforma de la orden benedictina impulsada desde Cluny puso fin al proceso de secularización y relajación que venía afectando a la vida religiosa desde el fin del Imperio Carolingio. Bajo la protección directa del Papa, los cluniacenses devolvieron a los monasterios la disciplina, centralizaron la administración y reorganizaron la economía de la orden, que ejercería un papel fundamental en la propagación por Europa de una nueva corriente artística, el Románico.

Mientras tanto, había emergido un nuevo centro de influencia política, surgido a partir de las regiones orientales de las tierras controladas por Carlomagno, que vendría a demostrar que el sistema feudal no era incompatible con un ideal universalista, el Sacro Imperio Romano. Su primer soberano, Otón I, ya era un reconocido adalid cuando asumió la corona de aquel conglomerado de estados en 962. Siete años antes había detenido decisivamente las incursiones de los magiares en el río Lech y a los eslavos en Reckritz, dos victorias que le permitieron expandir sus dominios hacia el Este y otorgarse la legitimidad jerárquica y política necesaria para intentar restaurar el Imperio Carolingio. Apoyado por la jerarquía eclesiástica y la nobleza, consolidó su posición y la de su imperio, que perviviria hasta 1806, cuando fue disuelto por napoléon.


El decisivo impulso de la Reconquista


En la península Ibérica, los reyes , herederos de la insurrección del noble godo Pelayo en las montañas asturianas, habían hecho suyo el propósito de restaurar el reino de Toledo. En 939, el monarca leonés Ramiro II, al frente de una coalición cristiana, destruyó el ejército califal en Simancas y avanzó sobre el valle del Duero y el Tormes.


La fuerza militar de los pequeños reinos del Norte, sumidos en no pocos conflictos internos, se debilitó unas décadas después ante la espada del caudillo andalusí Almanzor, que asedió o destruyó muchas de las principales plazas de la cristiandad en la Península entre 978 y 1002. Sin embargo, el proceso difuso pero constante de la Reconquista no sólo no se detuvo, sino que ganó un nuevo impulso, animado también por las peregrinaciones a Santiago de Compostela, que al menos a partir del siglo X ya venían realizándose desde Francia.


Encuentro de civilizaciones , el califa abderram II recibe a los embajadores cristianos, obra de dionisio Baixeras


A mediados del siglo XI, los soberanos cristianos aprovecharon la debilidad de las decenas de pequeños reinos en los que se había escindido el califato para someterlos. El rey de León Alfonso VI lanzó una gran ofensiva sobre Zaragoza, Sevilla y Valencia y cercó Toledo, que se rindió el 6 de mayo de 1085. La antigua capital del reino visigodo ya nunca abandonaría manos cristianas. El rey concedió fueros a mozárabes, judíos y musulmanes y favoreció el desarrollo cultural de la urbe, que florecería con la Escuela de Traductores durante los siglos XII y XIII.


Esta institución se convertiría así en la muestra del renacimiento filosófico y científico de Occidente, que con el fin de la era de las invasiones, la renovación de las estructuras eclesiásticas y la consolidación del sistema feudal, experimentó a lo largo del siglo XI una rápida expansión económica y social. Ésta se tradujo en la revitalización de las ciudades y del comercio a larga distancia, pero también en una mayor fortaleza militar que llevó a los líderes de la cristiandad a volver su mirada al otro lado del Mediterráneo, al Próximo Oriente y a los Santos Lugares, que permanecían en poder musulmán desde hacía más de cuatrocientos años.


Durante la Alta Edad Media, la organización política,social, económica y militar de buena parte de Europa se basó en una relación contractual conocida como feudalismo cuyo origen se remonta al siglo V. La inseguridad que produjo el fin de las instituciones romanas había llevado a muchos campesinos a buscar la protección de los nobles y caudillos que contaban con una tropa armada propia a cambio de distintas contraprestaciones. Sin embargo, el desarrollo del feudalísmo no empezaría a hacerse efectivo hasta la desintegración del Imperio Carolingio,en el siglo IX.

En esencia, todo el sistema, que presentaba elementos peculiares en cada país,se basaba en dos conceptos: el feudo y el vasallaje. Aunque en un principio los vasallos fueron soldados selectos de caballería que recibían distintos beneficios a cambio de un servicio,el término pasó a emplearse para designar a los nobles menores y a los hombres libres que juraban fidelidad a un señor a cambio de protección. A los vasallos,que estaban obligados a prestarle asistencia militar,se les otorgaba el control de determinados terrenos junto con los campesinos que los explotaban, esto es ,el feudo o señorío.


La ceremonia del homenaje sellaba el acuerdo entre ambas partes, que se efectuaba en la torre homónima del castillo del señor.Alli, el vasallo se postraba y colocaba sus manos entre las de su superior;el acuerdo se cerraba con un beso. El vasallo se beneficiaba de la explotación del feudo, pero no lo poseía, pues se trataba de un derecho vitalicio y revocable. Con el tiempo, la propiedad se hizo hereditaria,pero los lazos de vasallaje debían renovarse en cada generación.

El sistema feudal tuvo su máximo apogeo entre los siglos XII y XIII,cuando se extendió a toda la sociedad. Quedó organizada así una especie de pirámide en la que los soberanos otorgaban feudos a duques,condes y marqueses que, a su vez, podían hacerlo con barones y caballeros.Por debajo de todos ellos se encontraban los campesinos libres y los siervos. La decadencia de la caballería y el éxito del pago en metálico que víno a sustituir las obligaciones militares, precipitaron el declive del feudalismo.

La gran diversidad artística que se dio en Europa entre los siglos V y X,nutrida por la creatividad de visigodos, mozárabes, ostrogodos, merovingios o carolingios, dio paso a un nuevo estilo que logró unificar teológica y culturalmente buena parte del continente, el Románico. aún existe cierta controversia sobre su origen geográfico,que algunos sitúan en Francia,Alemania, Lombardía o España, todo indica que la gran base expansora de este estilo fue la abadía de Cluny, en la región de Borgoña.

La reforma monacal que se llevó a cabo en ella en el siglo X propició la reestructuración de la dispersa orden benedictina. Ésta pasó a ser un sistema orgánico centralizado que aprovechó y potenció las rutas seguidas por los peregrinos para internacionalizarse. Por esas mismas vías se extendió la nueva corriente artística.EL arte de Cluny fue una creación fuerte, espiritual y docente, esto es, un producto elaborado, práctico y en total función de la doctrina cristiana y la vida espiritual defendida por la orden.Por ello,las construcciones románicas son,a la vez,una representación de la perdurabilidad de la Iglesia, lo que se aprecia en sus gruesos muros de piedra tallada, un espacio para el recogimiento-la luz entra en el recinto por pequenas ventanas,lo que crea un ambiente adecuado- y un centro docente donde las verdades de la fe quedan reflejadas en sus tallas y pinturas.

En ellas se aúnan los rasgos que identifican este estilo que pervivió especialmente entre los siglos XI y XII:el uso de arcos de medio punto y bóvedas de canón.la presencia de esculturas hieráticas que se adaptan al marco que las soporta aunque para ello tengan que adoptar posturas imposibles y la profusión de pinturas murales planas de figuras alargadas y carentes de perspectiva, resaltadas por un espectacular contraste cromático y profundamente simbólicas.