lunes, 16 de julio de 2012

El Paleolítico


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La Antigua Edad de Piedra, más conocida como Paleolítico, fue el período más extenso en la historia o mejor dicho, la prehistoria del ser humano. Durante esta etapa, surgieron y evolucionaron las especies de homínidos más significativas en el desarrollo de la humanidad, desde aquellos que utilizaron las primeras herramientas hasta nuestra especie.

Comenzó hace unos 2,85 millones de años atrás, es decir que el Paleolítico no sólo vio nacer al primer Homo Habilis sino que también fue el hogar de los primeros de nuestra especie, los Homo Sapiens. Entre otras tantas cosas, fue testigo del descubrimiento del fuego, así como la construcción de las primeras cabañas.

Por eso es que el Paleolítico es uno de los períodos más importantes de la prehistoria y es tan extenso como interesante.



El Paleolítico





Etimológicamente, la palabra "Paleolítico" significa "Antigua Edad de Piedra" y se caracteriza justamente por el uso y la fabricación de herramientas hechas con piedras, así como por la dispersión de los primeros homínidos de carácter humanoide desde las sabanas de la antigua África Oriental hacia el resto del mundo.

El Paleolítico comenzó cerca de 2,85 millones de años atrás y culminó hace tan solo unos 10.000 años, con el desarrollo de la agricultura, la ganadería, la domesticación de algunos animales y, en cierta medida, también de la alfarería.

Para estudiar y comprender mejor al Paleolítico, se lo dividió en tres períodos, ellos son:
El Paleolítico Inferior, en el que vivieron los Australopithecus, los Homo Habilis y los Homo Erectus (desde 2,85 millones hasta 127.000 años atrás)
El Paleolítico Medio, en el que vivieron los Homo Neanderthalensis (desde 127.000 hasta 40.000 años atrás)
El Paleolítico Superior, en el que vivieron los Homo Sapiens (desde 40.000 hasta 10.000 años atrás).


Características generales de los hombres en el Paleolítico
La importancia del fuego

Uno de los factores más importantes en la prehistoria fue el descubrimiento del fuego, lo que le permitió a estos hombres aumentar sus probabilidades de sobrevivir. El fuego funcionaba como una fuente de calor que permitía soportar climas muy fríos y además, ahuyentar depredadores.

Aunque no se sabe cómo se descubrió el fuego, se estima que ocurrió hace casi 2 millones de años y que fue el resultado de un accidente natural, producto de un rayo o quizás de una explosión volcánica. Imaginar cómo se descubrió el fuego durante el Paleolítico, si bien no es una tarea sencilla, es sumamente interesante.

La alimentación

Los hombres de la Antigua Edad de Piedra eran recolectores, carroñeros y en menor medida cazadores. Se cree que eran torpes cazadores de carácter nómade, construían refugios sumamente precarios, recolectaban alimentos, leña para mantener el fuego y en algunos casos fabricaban cierta especie de abrigo, también de carácter muy básico.

Con el tiempo, los hombres van mejorando sus capacidades para adaptarse al medio. Durante muchos años mejoraron sus técnicas para la caza, la construcción y la fabricación de herramientas.

Fabricación y uso de herramientas


Los investigadores suponen que las primeras herramientas, hechas de piedra, se utilizaban como proyectiles y también como mazo para golpear pero que tiempo después, descubrieron que cuando esas piedras se rompían podían obtener trozos más pequeños y con filo. Ese filo les permitía provocar heridas y cortes, con los que podían despedazar diferentes elementos con facilidad.

Utilizando estas piedras, los hombres podían cazar, herir y cortar a sus presas, así como también remover la piel de los animales para luego utilizarlas de diferentes maneras. Sin embargo, el uso de las herramientas de piedra así como los numerosos pero lentos desarrollos de la época, no ocurrieron de un día para el otro.



Por el contrario, fue un largo proceso de miles de años y de diversas etapas o períodos dentro del paleolítico.


La vida de los hombres del Paleolítico inferior


La comunidad científica considera que los primeros antepasados de los humanos, los primeros homínidos, fueron los Australopithecus. Estos habitaban tres regiones de África: el centro del continente (lo que hoy sería Chad), África Oriental (Etiopía, Tanzania y Kenia, entre otros) y también el sur (Sudáfrica.)

Más cercanos a los primeros humanos, los Homo Habilis fueron los primeros en tallar la piedra para fabricar herramientas, quienes surgieron también en África, casi unos 2 millones de años atrás, aunque no se sabe exactamente donde. De todas maneras, los primeros fósiles de esta especie se encontraron en donde hoy esta Tanzania.

Tanto los Australopithecus como los Homo Habilis se dedicaban sobre todo a la recolección de frutos y vegetales, raíces, tubérculos, semillas y cortezas con las que se alimentaban. Aún no habían logrado desarrollar un método eficaz para la caza, sin embargo atrapaban insectos, roedores y otros animales pequeños. En otras oportunidades, se alimentaban de animales muertos que aún se podían comer.

Es el Homo Habilis el que realmente comienza a dar los primeros pasos en la evolución de la humanidad como tal. Aunque tiene un tamaño más pequeño que sus antepasados, su cráneo presenta una gran diferencia, su cerebro es más grande y le permite formular enormes innovaciones para entonces.

Los especímenes de Homo Habilis, al igual que los Homo Erectus que habitaron distintas zonas de Asia entre 1,6 millones y 300.000 años atrás, fabricaban herramientas de piedra y también de hueso, (tales como cuchillos, puntas y cavadores) y creaban estructuras para diferentes fines apilando rocas pequeñas.


La vida de los hombres del Paleolítico Medio


Durante el Paleolítico Medio surgió el pariente extinto más cercano a los seres humanos, el Homo Neanderthalensis. Habitaron Europa y algunas zonas del sudoeste y centro de Asia hace 200.000 y 28.000 años atrás.

Para entonces, estos seres habían evolucionado notablemente en muchos aspectos. Tanto la caza como la pesca se habían desarrollado en gran medida, incluso cazaban animales de gran tamaño. Se había logrado controlar el fuego, construir refugios, elaborar herramientas mucho más sofisticadas, hacían y usaban abrigos más eficaces.

Otra de las particularidades interesantes de los Homo Neanderthalensis es que enterraban a sus muertos, creaban símbolos y ornamentos para ellos, les hacían ofrendas, etc. Esta especie presentó comportamientos hasta entonces jamás vistos y sentó las bases de una evolución que ya no tendría fin.


La vida de los hombres del Paleolítico Superior


El hecho más significativo del Paleolítico Superior es el surgimiento del Homo Sapiens, tu especie y también la mía. Después de diversos cambios climáticos de grandes magnitudes que ocurrieron 200.000 años atrás, en África y luego de la extinción de las especies Homo Neanderthalensis y Homo Floresiensis, aparece la especie que conocemos como el ser humano.

El Homo Sapiens es la única especie que aún sobrevive y que desde entonces aprendió a superar cual fuere el reto al que se enfrentaba. Es el último hombre del Paleolítico.

Para finalizar con esta publicación, quiero invitarte a ver una película realmente fascinante. Se trata de La guerra del fuego (La guerre du feu), un film francés producido en el año 1981 a partir de los conocimientos que para entonces se tenían sobre la evolución de los hombres y las especies que vivieron en el Paleolítico.

Aunque el film presenta algunos errores en relación sobre lo que realmente se cree que sucedió, puede ser de gran ayuda para comprender mejor la vida de los hombres del Paleolítico. Un buen ejercicio puede ser buscar cuáles son los errores en la película, que de todas maneras, es un excelente film de corte formativo y sumamente interesante.

Batalla de las Navas de Tolosa

Las Navas de Tolosa


El año 1031 el califato de Córdoba llegaba a su fin, y su territorio quedaba fragmentado en decenas de reinos de taifas incapaces de frenar el expansionismo de los reinos cristianos. Los almorávides, provenientes de tribus nómadas bereberes fueron llamados a socorrer a los soberanos islámicos. Eran intransigentes en la aplicación de las reglas coránicas y críticos con la relajación de costumbres en que, según ellos, habían incurrido los reinos de taifas. Llegaron a la Península Ibérica en 1086 y lograron detener a los cristianos y unificar de nuevo Al-Ándalus.

Sin embargo, en la primera mitad del siglo XII el poder volvió a fragmentarse en la España musulmana, lo que aprovecharon los monarcas cristianos para reemprender el avance hacia el sur. En esta ocasión fueron los almohades, más radicales aún que sus predecesores, los que vinieron desde África a socorrer al islam. Hacia 1146, forzaron una progresiva unificación política bajo su cetro que obligó a los cristianos a retroceder. El nuevo imperio se extendía hasta la actual Libia y al frente del nuevo entramado político figuraba un califa que adoptó el título de Príncipe de los Creyentes, Amir ul-Muslimin, que los cristianos rebautizaron como Miramamolín.






Imperio almohade


De todos los reinos cristianos el más amenazado fue Castilla, pues estaba sumida en luchas fratricidas con el reino de León. Para frenar a los musulmanes, Castilla alentó las acciones militares de las órdenes de Calatrava, Santiago y Alcántara, pero fue en vano. La retirada cristiana alcanzó su apogeo en 1195 con la derrota de Alarcos, donde el rey castellano Alfonso VIII vio a su ejército casi aniquilado. El vencedor, el califa Yusuf II, adoptó el nombre de Al-Mansur, el Victorioso, y para conmemorar su triunfo mandó levantar la Giralda de Sevilla. En 1197 se pactó una tregua de diez años que alivió la situación de Castilla.





Al finalizar la tregua volvieron las escaramuzas y se preveía una batalla de gran magnitud. Alfonso VIII estableció pactos con el resto de reinos cristianos pero eso no era garantía suficiente de no ser atacado. La solución llegó a través de la Iglesia: si el papa Inocencio III proclamaba una cruzada ningún reino cristiano le atacaría (eso habría significado la excomunión), y además estimularía a cristianos de toda Europa a sumarse a la campaña. El arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, fue el encargado de las gestiones con Roma que se culminaron a principios de 1212. Se proclamaron con rapidez las indulgencias plenarias por toda Europa, causando especial efecto en Francia. Se agregaron a la empresa los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes, así como numerosos caballeros francos.

Por otro lado, árabes, turcos, senegaleses y bereberes, movidos por el principio de la guerra santa, cruzaron el estrecho en enero sumándose a las tropas de Al-Ándalus, dirigidas por Al-Nasir, hijo del vencedor de Alarcos.

El 20 de junio de 1212 la expedición cristiana se ponía en marcha. Entre los cristianos pronto surgieron desavenencias. Los cruzados franceses querían botín y no estaban interesados en aplicar medidas que facilitasen la posterior ocupación, que era lo que pretendía el rey castellano. El 24 de junio los franceses asaltaron el castillo de Malagón, la primera fortaleza almohade que encontraron en su camino, pasando a cuchillo a todos sus moradores. Se produjo la ruptura y los cruzados franceses abandonaron el ejército en dirección a Francia sin dejar de asaltar todas las juderías que encontraron por el camino. Sólo unos pocos cientos de caballeros franceses permanecieron en la expedición.





El tamaño del ejército musulmán fue enormemente exagerado por las crónicas cristianas, llegando a hablarse hasta de 400.000 hombres, si bien hoy en día se tiende a cifrar su número en algo más de 120.000.


Ante la posición estratégica de los Almohades en Despeñaperros, el avance del ejército cristiano era una maniobra suicida. Entre las deliberaciones cristianas, el rey aragonés Pedro II 'El Católico' y el rey navarro Sancho VII 'El Fuerte' se inclinaban por hacer retroceder al ejército para buscar un paso más seguro.
De otra parte, el rey castellano Alfonso VIII se negaba convencido de que una retirada causaría una deserción masiva en el ejército cristiano. Finalmente, se decidió avanzar a la desesperada hacia Despeñaperros.
Las crónicas narran un suceso providencial, un pastor de la comarca se ofreció a guiar al ejército cristiano por un paso que los Almohades no podían atacar. El paso actualmente recibe el nombre de 'Paso del Rey', que desemboca en una gran explanada, entre las poblaciones de Miranda del Rey y Santa Elena.
El ejército cristiano lo atravesó sin dificultad y acampó en la citada explanada.
Se acordó que las tropas castellanas ocupasen la primera línea de avance, mientras que Sancho VII se encargaría del segundo cuerpo de ataque y el rey aragonés Pedro II se quedaría en la retaguardia al frente de la caballería catalano-aragonesa.



Triunfo de Santa Cruz en la batalla de las Navas de Tolosa.
Marcelino SantaMaría, 1892



La batalla

Los ejércitos cristianos llegan el viernes 13 de julio de 1212 a Navas de Tolosa, o llanos de La Losa, cercanas a la localidad de Santa Elena al noroeste de la provincia de Jaén, y se producen pequeñas escaramuzas durante el sábado y domingo siguientes. El lunes 16 de julio a primeras horas del día se inicia el combate.

Tras una carga de la primera línea de las tropas cristianas, capitaneadas por el vizcaíno Diego López II de Haro, los Almohades, que doblaban ampliamente en número a los cristianos, realizan la misma táctica que años antes les había dado tanta gloria. Los voluntarios y arqueros de la vanguardia, mal equipados pero ligeros, simulan una retirada inicial frente a la carga para contraatacar luego con el grueso de sus fuerzas de élite en el centro.
A su vez, los flancos de caballería ligera almohade, equipada con arco, tratan de envolver a los atacantes igual que en la batalla de Alarcos. Al verse rodeados por las fuerzas Almohades, acude la segunda línea de combate cristiana, pero es insuficiente, la batalla parece perdida. La desbandada cristiana comienza con las tropas de López de Haro que habían sufrido terribles bajas, sólo el capitán y su hijo, junto a Núñez de Lara y las Órdenes Militares resisten como pueden pero les queda poco tiempo.

El miedo se apodera del ejército cristiano. Viendo lo que sucedía, los reyes cristianos al frente de sus caballeros e infantes inician una última carga con el resto de fuerzas cristianas. Este acto de los reyes y caballeros cristianos infunde ánimos que hacen renovar el brío contra los musulmanes. Los flancos de la milicia cargan contra los flancos del ejército almohade y los reyes marchan en una carga imparable. Según fuentes, el propio rey Sancho VII de Navarra aprovechó la ocasión y se dirigió directamente a la tienda de Al-Nasir. Los caballeros navarros, junto con parte de su flanco, atravesaron su última defensa: los im-esebelen, que sucumbió no sin antes provocar una gran matanza entre los cristianos. Al-Nasir se mantenía en el combate dentro del campamento. Después vino el desastre, el ejército almohade se hundió, e inició una retirada a la desesperada con Al-Nasir a la cabeza. La victoria estaba del lado del bando Cristiano.



Batalla de Las Navas de Tolosa. Van Halen



En el momento que los arqueros musulmanes no pudieron maniobrar ante las líneas tan juntas, su táctica se vino abajo pues la carga de la caballería pesada cristiana era imparable. Por eso, la última carga definitiva de los reyes cristianos con tropas de élite, caballeros, fue tan determinante justo en el momento en que los batallones cristianos iniciaban la retirada.


Como consecuencia de esta batalla, el poder musulmán en la Península Ibérica comenzó su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso que produjo en los siguientes cuarenta años un avance significativo de los llamados reinos cristianos, que conquistaron casi todos los territorios del sur bajo poder musulmán. Consecuencia inmediata fue la toma de Baeza, que posteriormente retornó a manos almohades. La victoria habría sido mucho más efectiva y definitiva si no se hubiera desencadenado en aquellos mismos años una hambruna que hizo que se demorara el proceso de reconquista. La hambruna duró hasta el año 1225.

Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas. Abdicó en su hijo, se encerró en su palacio de Marrakech y se entregó a los placeres y al vino. Murió, quizá envenenado a los dos años escasos de su derrota.

Desierto blanco

En Egipto, se encuentra el llamado desierto blanco, salpicado por formaciones rocosas de “tiza” que modeladas por las tormentas de viento a veces simulan verdaderas esculturas.












Cráter del Erta Ale

En la depresión de Afar, al noreste de Etiopía, la actividad volcánica produce un fenómeno nada usual, el de un cráter cubierto de lava de un modo intimidante. Se trata del cráter del Erta Ale, el más activo de Etiopía.













Lago de sal Chott el Djerid

Es un gigantesco lago de sal en Túnez, algo no muy extraño en un país con amplias zonas desérticas y lagos que quedan completamente secos en estaciones cálidas.

Chott el Jerid es el lago más grande de Túnez y ofrece paisajes que se hacen surreales. También es la mayor salina del Sahara y un lugar donde los espejismo son bastante usuales.












Baobabs

En Madagascar, hay un camino que atraviesa una zona donde abundan enormes baobabs de 30 metros de altura, un paisajes que por la singularidad de éstos árboles se hace como un sitio de ensueño.

Se conoce como avenida de los Baobabs, y es un trayecto muy visitado por turistas de todo el mundo.