sábado, 24 de septiembre de 2011

París bien vale una misa

Enrique IV de Francia

Enrique IV de Francia era un fanático protestante y sus presuntos derechos a la corona iban en contra de la fe ancestral católica romana del país.

Las guerras religiosas entre protestantes (hugonotes) y fuerzas católicas devastaron Francia durante más de treinta años.


Para impedir que un rey protestante reinara en Francia se organizó una Liga Santa de países católicos europeos que luchó contra Enrique y el papa Gregorio XIII le excomulgó, declarándole desposeído de cualquier derecho inherente a la corona.


Tras dos fingidas conversiones al catolicismo y diez largos años de guerras civiles e internacionales contra la Liga, en las cuales sus intentos de asediar París (el baluarte de la liga) fueron en vano, exhausto su ejército y el país devastado, se dio cuenta de que había que poner fin a la lucha a cualquier precio, convirtiéndose definitivamente al catolicismo en 1593.


Esta conversión hizo que todo pretexto legítimo de resistencia quedase invalidado y París se le rindió definitivamente en 1594. Fue entonces cuando se le atribuyó la famosa frase "París bien vale una misa".

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