lunes, 5 de marzo de 2012

El géiser de Strokkur


Strokkur es un géiser que se encuentra en la región geotérmica del río Hvítá, en la segunda isla más grande de Europa: Islandia. Esta isla tiene una actividad volcánica muy importante, con erupciones frecuentes, y por esta razón los géiser son una de las grandes atracciones turísticas, siendo uno de los más famosos del que hablaremos hoy. 

Strokkur es el géiser mas activo y se encuentra a pocos metros del famosos Geysir, y a diferencia de este, que suele estar dormido varios años, el géiser ofrece espectáculos maravillosos con una frecuencia de 5 o 10 minutos, alcanzando veinte metros de altura el agua que expulsa. Esta columna de agua caliente, los vapores y el paisaje de alrededor hacen de este sitio un lugar magnífico y natural.


Strokkur, además, suele hacer hasta cinco explosiones sucesivas y rápidas. Antes de las mismas, la piscina natural está llena y vibra suavemente hacia arriba y hacia abajo. La erupción comienza cuando un pulso de vapor que se levanta desde abajo empuja el agua de la piscina hacia arriba formando una gran cúpula de agua ardiente que llega a los 30 metros de altura y a través del cual se llevan a cabo las ráfagas de vapor y se expulsa la mayor parte del agua hacia el cielo. Después de las erupciones la piscina está vacía, pero se llena rápidamente por el flujo de retorno y las aguas de debajo. Después de pequeñas erupciones irregulares, que también se observan con frecuencia, la piscina puede permanecer casi llena y la actividad vuelve a ocurrir rápidamente.

Este sitio lo encontramos al sur de Reykjavik, y más allá de Strokkur, no podemos perdernos el enclave de Thingvellir con un Parque Nacional donde tuvieron lugar hace más de mil años las primeras reuniones del Althing, el Parlamento más antiguo del mundo. Allí también podremos encontrar un paisaje de campos de lava encallados entre dos acantilados paralelos, valles verdes y el lago Thingvallavatn, el más grande del país; las caídas de Gulfoss a seis kilómetros al este de Geysir, son un magnífico espectáculo coronado por un arco iris, que se puede ver de cerca gracias a un sendero que pasa por debajo de las cataratas; el valle de Thorsmörkest; el glaciar Vatnajökull tiene 8.400 kilómetros cuadrados y cerca de un kilómetro de espesor; el volcán Helka (la última vez que entró en erupción fue en 1991) al que se puede acceder desde el monte Helka; la reserva de Jökulsárgljúfur creada en 1973, tiene las gargantas más largas de la isla y la caída de agua más poderosa de Europa; los fiordos, y por supuesto, los géiser. 






La gruta de Fingal

Desde que fuera descubierta por el naturalista Sir Joseph Banks en 1772, la gruta de Fingal ha cautivado a numerosos viajeros. Desde finales del siglo XVIII las perfectas columnas hexagonales de basalto y el eco de las olas en su interior, han dejado fascinados a todo aquel que la visita.


Entre los ilustres visitantes de esta cueva marina están los poetas John Keats, Alfred Tennyson y William Wordsworth . También escritores como Julio Verne y August Strindberg quedaron asombrados ante esta maravilla natural.

Situada en la isla deshabitada de Staffa en el archipiélago escocés de las Hébridas, la cueva tiene una bóveda que parece el panal de una colmena gigante. Sus enormes dimensiones (85 metros de profundidad y mas de 20 metros de altura) causan los síntomas del síndrome de Stendhal. Elevado ritmo cardíaco, vértigo, confusión e incluso alucinaciones, sufren los individuos expuestos ante esta sobredosis de belleza.


También Felix Mendelssohn visitó las Hébridas, donde descubrió la gruta de Fingal, ya entonces un atractivo turístico. En la misma cueva escribió La Obertura "Las Hébridas" Opus 26, también conocida como Fingal's Cave. Un poema sinfónico que está pensado para inspirar sentimientos de soledad.

Los acantilados de Dover


Existe un lugar en la costa británica, que siempre llama mucho la atención a todos aquellos turistas que llegan hasta esa zona. Se trata de los conocidos como Acantilados Blancos de Dover, situado frente al estrecho de Dover y Francia. Dicho salto al vacío está compuesto de una piedra conocida como creta, de un color puramente blanco del cual recibe el nombre el acantilado. Con una altura que llega a alcanzar los 406 metros, dicho acantilado se extiende desde el este al oeste, hasta llegar al condado de Kent.

Este salto de altura completamente blanco, representa todo un símbolo para el pueblo inglés, ya que en Reino Unido se tiene la certeza de que el acantilado encara a la Europa Continental, a través de la parte más estrecha del Canal de la Mancha, lugar donde han acaecido cientos de invasiones. Es por ello que para los británicos el acantilado blanco es todo un símbolo de fuerte, de muralla que realiza una guardia.

La ubicación específica de los acantilados Blancos de Dover es durante toda la costa británica del sur. Por decirlo de alguna manera, el acantilado conocido como Shakespeare marcará un punto clave en la que el Reino Unido se aproxima mucho más a la Europa Continental. Por ello quieren una zona que marque específicamente un punto de separación. De ahí la elección del Acantilado Blanco de Dover, ya que su pared puede visualizarse muy rápidamente desde las costas francesas.

Uno de los datos más interesantes que deja el Acantilado Blanco de Dover es que detrás de él, se encuentran cientos de túneles ocultos cuya creación fue la Edad Media, en la lucha en defensa de Gran Bretaña. Posteriormente dichos túneles desempeñaron otro papel, el de pasadizos secretos bajo el Castillo de Dover, refugio de muchos durante el período de guerra.

Esta fantástica creación poco a poco va deteriorándose por el paso del tiempo y la erosión del mar. Los Blancos acantilados son una auténtica muralla medioambiental que siempre ha estado amenazada por las continuas invasiones y ataques que recibía Gran Bretaña. Sin embargo, la región actualmente es uno de los destinos más populares y más demandados de los viajes a Inglaterra. Al situarse en un lugar que alcanza un gran perímetro de naturaleza, los deportes al aire libre cobran mucha importancia en el interior del Acantilado.

Realizar senderismo, observar las distintas aves que allí se encuentran, conocer y olisquear las flores, o simplemente disfrutar de una estupenda puesta de sol en este gigantesco acantilado, son varias de las opciones más pedidas por los turistas, que disfrutan allí de unos momentos únicos de paz y tranquilidad.

La reserva biológica de Monteverde


A la Reserva biológica de Monteverde (Costa Rica) se llega a través de la carretera interamericana, y se encuentra en el Cantón de Puntarenas, al noroeste del país. Con 11.931 hectáreas de tierras lluviosas con elevaciones de hasta 1.842 metros, esparcidas por las vertientes Caribe y Pacífica de la cordillera de Tilarán, podemos encontrar allí escarpados caminos, colinas, sierras y valles, paisajes de pastos amarillentos, bosques secos, entre otras cosas como una vegetación cambiante y un montón de aves. Esta área es famosa a nivel mundial por su bosque nuboso, y es una zona protegida de fauna, flora y recursos hídricos, donde también se llevan a cabo estudios científicos y programas de educación ambiental.

Actualmente existe la reserva original, así como también una nueva, llamada Reserva de Bosque Lluvioso Santa Elena, donde también podremos disfrutar del clima del bosque lluvioso, de su fauna, con más de 450 especies de aves , como los quetzales de largas colas y los pájaros campana, 120 especies de anfibios y reptiles, es reconocido mundialmente por el sapo dorado, una especie endémica sorda y muda propia de la divisoria de aguas, 490 de mariposas, 100 de mamíferos (la danta, el jaguar y el manigordo, que están en peligro de extinción) y su flora infinita variedad de orquídeas y helechos, bosques enanos naturales y bosques de galerías). Son las copiosas precipitaciones (entre tres mil y cinco mil milímetros) las que alimentan la inmensa cantidad de cursos fluviales, entre ellos el río San Juan y el Guacimal.

También son para visitar las galerías de los colibrís, la fábrica de queso de los Quaqueros, el serpentario, el jardín de las mariposas, las fincas de aves, el sendero Bajo del Tigre y la reserva Santa Elena, un puente colgante de casi cien metros.
 
 
La reserva surge en el año 1972, cuando el científico George Powell y su esposa se unieron con el residente cuáquero Wilford Guindon, con la ayuda del Centro Científico Tropical (CCT), y así evitar que se colonizara el bosque. Esta reserva es propiedad del CCT, que se encarga de buscar los recursos económicos para mantenerla, preservarla, protegerla y expandirla. La reserva cuenta con instalaciones para atender a 120 visitantes al mismo tiempo, con siete senderos, guías que realizan caminatas de tres horas aproximadamente, así como también recorridas nocturnas o específicas para amantes de los pájaros.

El lago Pehoe

El Lago Pehoe se encuentra en la XII Región de Magallanes y de la Antártida Chilena, y es accesible desde el poblado de Villa Cerro Castillo, a 85 kilómetros. Es un sitio aislado y con condiciones climáticas variables a cada hora, aunque se puede visitar durante todo el año. La belleza paisajística se aprecia aún con condiciones climáticas que distan de ser ideales. Incluso, es uno de los marcos más recomendados para observar los Cuernos del Paine. 

Las imágenes aunque lo parecen, no son de un paisaje de ficción, sino de un lugar que se encuentra en la remota y desolada Patagonia, en el territorio de Chile.

El agua en color turquesa (según el día) y casi siempre cristalina del lago Pehoe, enclavado en una región casi inhabitada en la ya mitica Patagonia. Pero sobre todo, el entorno inmediato, con el marco de los imponentes cuernos de roca del Paine, la danza de las nubes y la niebla que cambia a cada momento, el intenso verde en el verano, y los reflejos en el agua que duplican la belleza.