miércoles, 13 de junio de 2012

Selva de Hoh

En Estados Unidos, en la zona oeste del Parque Nacional Olympic (estado de Washington), existe un bosque templado con abundancia de agua caída y explosión verde en formas más propias de un paisaje que haríamos de fantasía: se calcula que cada año las precipitaciones suman unos 4.000 milímetros en un área frondosa que es la zona más húmeda del territorio continental del país. A diferencia de otros bosques templados, en ésta zona predominan las coníferas, a la que se suma la humedad.




Especialmente en el área del río Hoh, se encuentra la selva o bosque de Hoh, un valle formado hace miles de años por glaciares donde actualmente la densidad de vegetación, y sobre todo, la proliferación de especies vegetales adosadas a los árboles de gran tamaño, los musgos, líquenes y hongos que crecen en caulquier sitio, hacen del bosque un panorama que se hace encantado.










En el bosque o selva de Hoh, pueden crecer árboles de gran tamaño, incluyendo ejemplares (Tsuga heterophylla) que alcanzan a menudo los 90 metros de altura, además de abetos y todo tipo de especies verdes que son el alimento de ciervos, alces y otros animales. También es parte del parque el bosque de Quinault, también conocido como el valle de los gigantes, por los enormes ejemplares de abetos y cedro, entre otros que abundan en el lugar.





































































































































El bosque de Hoh se puede recorrer a través de senderos que se extienden por el resto del Parque Nacional Olympic. Incluso existen algunos recorridos tan peculiares por su nombre, como el paseo de los musgos.

Torre de Pisa

Catedral y torre de pisa al fondo.



Una torre. Cincuenta y cinco metros y medio hacia arriba. En lo alto rematan siete campanas. La torre es en verdad un campanario. Tiene ocho plantas, pesa más de catorce mil toneladas y roza los mil años de historia. Tanto tiempo transcurrido podría servir para explicar esa ligera inclinación que la caracteriza, habiéndola convertido en uno de los mayores iconos turísticos del mundo. Pero no, la inclinación de la torre existe desde que empezó a construirse en agosto de 1173. La sustenta una base de arcos ciegos con quince columnas, le siguen seis niveles con una columnata externa y remata en un campanario. Por dentro, la escalera en espiral que conduce hacia lo más alto cuenta con 294 escalones.


Hay pocas cosas que visitar en Pisa, en este municipio de la región de la Toscana, Italia. Solo hay una cosa que ver: la Torre de Pisa. Está ubicada en una gran plaza junto a la Catedral, pero todas las miradas se centran en la famosa torre construida por Bonanno Pisano. Se terminó de construir por el año 1350, casi dos siglos después. Que no iba a ser un monumento cualquiera ya se supo desde los inicios. Cuando acabó de construirse el primer piso, se cercioraron de que la torra estaba inclinada… Ello se debía a que estaba siendo construida sobre un fondo aluvial que provocaba el desplazamiento de tierras lentamente. La sorpresa no impidió seguir adelante con el proyecto, pero seguramente el mismísimo Pisano no llegaría a imaginar nunca que su pequeña torre imperfecta y deforme enamoraría a los ciudadanos de todo el mundo siglos y siglos después.

La torre ha ido inclinándose cada vez más, pese a que el arquitecto que dirigió el tramo final, desde el tercer anillo hacia delante, hizo más ligera la parte que se hundía, para evitar la caída. En el siglo XVI, Giorgio Vasari consolidó la base, pero en conforme pasaba el tiempo se vio que el problema se agravaba hasta tal punto que en 1990 la torre fue cerrada al público y tardó 12 años en volver a abrirse.

Pisa también cuenta con sus mitos. Se dice que Galileo Galilei utilizó la torre para dejar caer dos balas de cañón de diferente masa desde lo alto y demostrar así que la velocidad de descenso era independiente de la masa. La historia, aunque está descrita por un estudiante del propio Galileo, no deja de considerarse un mito.