lunes, 19 de septiembre de 2011

De whiskys por Escocia


Aunque el origen del whisky es algo confuso, ya que los datos de las primeras destilaciones apuntan a la Irlanda de 1405, siempre se ha creído que el origen era mucho más antiguo, por lo que no se sabe muy bien cuál la procedencia exacta. 

Desde luego, los escoceses tienen muy claro que es suyo y, de hecho, algunos de los mejores whiskys provienen precisamente de este país británico. 
No es de extrañar entonces que hoy en día sea uno de los mayores productores de esta bebida ni que sea uno de sus símbolos más representativos. 
Si se tiene pensado realizar algún viaje a las tierras del kilt, no se puedes dejar de visitar alguna de sus muchas destilerías que marcan la ruta por Escocia.

El whisky escocés se elabora conforme a unos estándares establecidos en 1990 en el que se estableció que el licor se debe de destilar con agua y cebada malteada, y que debe dejarse envejecer en barricas de roble no menos de tres años. 
Existen también otras restricciones, como que no se le pueden echar añadidos ni aromas. El whisky escocés pega muy fuerte. 
Hay que olvidarse de la idea de tomarlo con algún refresco, ya que a los que lo sirven les suele parecer mal y acaban convenciendo de que el verdadero whisky se toma solo, tal y como lo sirven.

Algunas de las destilerías más conocidas son la de Oban, un pequeño pueblo pesquero, otra es la de Cardhu, en Speyside y como curiosidad también cabe destacar que fue la única abierta por una mujer. 
En esta misma zona también se puede encontrar la de Cragganmore. 
Algo más antiguo es la de Blair Athol, ya que es una de las primeras.

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