viernes, 30 de septiembre de 2011

El muro entre Arabia Saudí y Yemen

 
   Oleoducto en el desierto, parte de la barrera saudí


Arabia Saudí es, de lejos, la economía más poderosa (y con las reservas de crudo más grandes) de todos los estados del Golfo. Como tal, ha venido recibiendo cada año enormes cantidades de inmigrantes ilegales (unos cuatrocientos mil), muchos de los cuales entraban a través de Yemen, un país al que la lotería petrolífera le otorgó un premio mucho menor que a su vecinos, y que debido a eso y a la desmesurada corrupción, es mucho más pobre que sus vecinos del Golfo. 
Diariamente llegan a Yemen refugiados de Etiopía o Somalia; con una tasa de desempleo del 35%, el país no ofrece mucho futuro, así que muchos de ellos toman la vía Saudí, o se dirigen a Omán y de ahí a otros estados más ricos. 
Así las cosas, en 2003 Arabia Saudí comenzó la construcción de una barrera de 75 km de longitud, consistente en una muralla de sacos de arena sujetando un oleoducto, todo ello reforzado con hormigón armado. 
El gobierno yemení protestó alegando la violación del tratado de fronteras, y la tiranía saudí paró el proyecto. 
El contrabando de armas e incluso de niños no cesó, como tampoco lo hizo la entrada de inmigrantes (sólo en 2007 Arabia Saudí deportó a 65.000 yemeníes), por lo que en 2008 se retomaron los trabajos, no sin resistencia por parte de la policía de fronteras de Yemen. 
Está previsto completar una barrera a lo largo de los 1.800 kilómetros de frontera con Yemen, pero no sólo eso. La casa Saudí ha lanzado un proyecto para amurallar todo el país, ya sea con verjas físicas o con medidas de control electrónico y por satélite, que les costará del orden de tres mil millones de dólares. Para el gobierno que más dinero ingresa del mundo por la venta de petróleo, calderilla.

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